Esa "cosa" es lo que hace cantar al tomeguín del pinar

jueves, 27 de noviembre de 2008

”Los hijos no deben pagar por los errores de los padres”


Estoy usando las palabras de Kendra en su comentario sobre la historia de su vida antes y después de vivir en Canadá. Resulta que esta mujer me escribió hace unos días a mi blog recabando mi ayuda para localizar a su papá y a su medio hermana, con los cuales perdió contacto después de su salida del país en 1996.

Tenía 22 años en ese entonces y ya estaba casada y embarazada de su primera niña, que ya son dos, Blanca Rosa, la mayor y Serina Rose la menor, por lo que el esposo y los suegros canadienses estuvieron de acuerdo en que la pequeña naciera entre ellos, me dice, y agrega que al principio pudo contactar a su familia sin embargo después de algún tiempo perdió la comunicación. Fue por eso, y asediada por la añoranza de los suyos, además de que ya la mayor de sus niñas miraba los retratos y preguntaba por su abuelo cubano, que se decidió a escribirme al blog, que siempre le llegaba por mediación de un tío que vive en Miami.

Y mira tú las vueltas que da la vida, porque no tengo una frase mejor para referirme al hecho de que ese tío es mi gran amigo José Antonio Rodríguez, a quien me unen afectos indisoluble de cariño y fraternidad.

Transcribo unas palabras de Kendra que aclaran el porqué utilicé ese título al comienzo.
“Del vínculo de mi familia en La Habana no se rompió, nunca hubo antes ninguna unión, mi mamà y papà se separaron cuando yo tenía más o menos 3 años, entonces él regresò para la Habana y los años pasaban y lo veía muy poco creo que recuerdo 4 o 5 veces, a mi hermana y hermanos nunca los conocí,…”


Entonces Kendra me envió el primer mensaje donde me daba unos teléfonos, que ya estaban desactivados en esos municipios y una vaga dirección en las afueras de la capital, que también había cambiado en absoluto, con estas imprecisiones me dije: tremenda meta, pero comencé a buscar y a indagar con los nombres de su padre y hermana en el directorio telefónico, luego llamaba a cualquier casa en Quivicàn, o en San José de las Lajas, o en Managua, la cosa era dar con alguien que los conociera, una pista, un detalle para empezar mi trabajo detectivesco. Y en esto fue importante la ayuda de las telefonistas de larga distancia que tan pronto conocían que yo andaba tratando de reunificar a un padre y una hija me daban todo tipo de información.

Dice Kendra en su mensaje que “…las cosas se quedaron así, el tiempo paso y hace unas semanas atrás mirando unas fotos con mi hija mayor vimos las fotos de mi primer añito donde estamos mi mamá, mi papá y yo, entonces mi niña me preguntó si su abuelo estaba muerto porque ellas no lo conocían, imagínate el dolor, como yo le he impedido a mis niñas lo que más quiero en este mundo, la oportunidad de conocer a su abuelo, sus tíos, tías, primos y primas y el resto de sus familiares”…

Bueno pues para concluir, un buen día alguien en una de esas llamadas me informó que la administradora de la funeraria de Managua se llamaba Nelvis y por ahí agarré el hilo, la llamé y era la misma que buscábamos, tenía una hermana en Canadá con la cual había perdido contacto y andaba loca por saber de ella.

Y este es el último mensaje de Kendra: “A ti Elsie no hay con que pagarte lo que has hecho para ayudarme a encontrar a mi hermana y te estaré siempre agradecida, mi hija tiene la respuesta a la pregunta que me hizo hace unas semanas atrás, tu abuelo está vivo y es posible que muy pronto lo puedas conocer, mis niñas están embulladísimas con la idea de visitar a Cuba otra vez y conocer el resto de sus familiares”.

El padre actualmente tiene 77 años, vive en un asilo para ancianos en Guanabacoa y ya en estos momentos debe estar al tanto de toda esta historia.

2 comentarios:

Josemi FN dijo...

reÑoooo...elsita:
tu sabes lo que pasa: que tu tienes un corazón que parece un potrero en la primavera cubana(un potrero es mas grande que un jardincito culeco y las flores le nacen espontaneamente). Por eso esta historia es tan original.
Aprovecho para pedirte un favor: tuve un amor en la habana y le perdí el rastro un día aciago. Era una rubia guarachera que le gustaban los toques de santo y los mulatos con la dentadura blanca. Dormía de un tirón las noches enteras, después de perder mas flujos que una avioneta de las que usan los bomberos para apagar los fuegos... total el fueguito mio se apagaba con una gotica de rocio... tal vez por eso se me perdió de vista.

Endocimia dijo...

Visitandote por primera vez, volvere, creo que me van a interesar muchas cosas