Esa "cosa" es lo que hace cantar al tomeguín del pinar

domingo, 4 de enero de 2009

Imitadores que cuestan caro, a propósito de un programa del Canal Habana

Voy a abrir el 2009 con una reseña sobre un programa televisivo que pasaron en el Canal Habana que disfruté muchísimo, se trata de un espacio humorístico que me despertó simpatías y me sacó la modorra de un 31 de diciembre sin mucha gracia, su nombre El Motor de Arranque, para más detalles, lo presentaron un grupo de humoristas cubanos, con Doimeadios y sus invitados, que a decir verdad, cada uno por su lado ha tenido momentos elegantes, pero ahora que están juntos me parece que ha sido un buen empaste al ofrecer un humor en bandeja de plata y con presupuestos originales, y pongo por caso lo de las imitaciones, a las que quiero referirme, por ser esa profesión, oficio, trabajo o como se llame, olvidada y aislada o venida a menos en nuestra pantalla, y de la cual gustamos cuando se hace bien y con garra.

Resulta que en este neo espacio de arrancada, que no se si continuará, veo que de pronto empezaron a desfilar imitadores impensados como por arte de hechiceros, buen relleno y sin baches, con la magia personal de cada uno se presentaron duplicados de ciertas personalidades públicas , algunos del canto y otras de los medios a quienes muy bien conocemos, y de quienes espero que tengan buen sentido del humor, porque fue un buen show televisivo de muy fresca hechura, sin ofensas ni tonos hirientes, pero de esos a los que ya mis neuronas no estaban acostumbradas.

Y es que el arte de la imitación es como cualquier otra carrera en la vida, que debe correr por la sangre y cuando hay ingenio y se gestiona bien, fluye como una auténtica maquinaria, al kilo y engrasada. Ni actitudes patéticas ni chistes maniqueos o babeados, ellos y ellas se sometieron a la prueba y la pasaron estupendamente bien.

Al punto amigos, cuando ya muchos y muchas nos molestamos por algunos de esos inenarrables espacios llamados cómicos que solo nos dejan sabores grisáceos y estereotipados, y no me gusta ser munífica en calificaciones, ni para bien ni para mal, eso se lo dejo a los criticones, solo me tomo la libertad del adjetivo ante el agradecimiento del alma, hombre, porque siempre después de una gran oscuridad se agradece con p que salga el sol allá por el horizonte.

Y ahora que menciono el horizonte me gusta contar que yo conocí al primer y único imitador que hubo en mi pueblo, y no me van a creer si les digo que después de él quedaron prohibidas las imitaciones de cualquier especie por orden de la guardia municipal, pues resulta que Nactorino tenía una excepcional voz de falsete, algo así como la del Williams de los Platers, pero solo desmochaba palmas e imitaba voces femeninas célebres, con tal precisión que aquel nefasto día en que llamó por teléfono al cabo Andrés diciéndole “mi cielo, esta noche puedes venir que te estaré esperando por la puerta del fondo” nunca imaginó la tragedia que se cerniría sobre la comarca.

El cabo Andrés que no esperaba una cita alevosa y escurridiza acudió presto y veloz con una pucha de flores en la mano. Y no pasaron muchos días para que el coronel Barkés, jefe del puesto de la policía y marido de la imitada, averiguara quién había sido el culpable de aquella malentendida guasa que lo obligó a vaciar el cargador de su revólver en la cabeza de un cándido subalterno.

De Nactorino jamás he vuelto a saber nada, solo que subió al Escambray y allá debe andar todavía desmochando palmas, aunque se dice que no existe en esas lomas un cristiano que se atreva a mencionarle otra vez que imite de nuevo ni el canturreo de una paloma.

Y ponle música a esto que ya el motor echó a andar en el 2009.

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