Esa "cosa" es lo que hace cantar al tomeguín del pinar

martes, 20 de octubre de 2020

La ética como la vida


Por Elsie Carbó

ecarbo@enet.cu

Pocas veces pensamos en qué es la ética y cómo puede formar parte de nuestras vidas. Les pongo el ejemplo de un pasaje de una novela brasileña Cosa más linda, recién estrenada los sábados en nuestra tv, y que viene al caso porque cuando el crítico de música declina la invitación de la dueña a pasar al local y ocupar una buena mesa reservada, obviando hacer la fila y pagar su entrada, está dejando muy claro su mensaje de que no admite ser sobornado si tuviera que emitir un criterio incómodo sobre el negocio. Y eso es una posición ética ante la vida. Muy plausible si lo vemos como un principio indeclinable para cualquier profesión, sea en la prensa, dirigente o funcionario público, en las que tendremos que poner por delante esos valores asimilados, que muchas veces, son aprendidos en el devenir de la existencia, porque ni escuelas, ni universidades tienen cátedras para enseñar tales principios.

La ética en el periodismo es la base de la formación de los que abrazamos la profesión como una forma de vida, es decir la verdad por encima de cualquier cuestionamiento o compromiso, pero eso solo se asume por espontánea decisión en virtud de una voluntad de servir con honor. Quizás la primera vez que escuché hablar sobre ética fue a aquellos improvisados profesores en la escuela de corresponsables de Juventud Rebelde finalizando la década de los 60, improvisados porque venían de diarios como La Tarde, o La Marina, y nunca habían dado clases en sus antiguas redacciones, sin embargo, asumieron la tarea que le daba la nueva dirección con mucha seriedad y diplomacia, me gusta mencionar a Orestes Cabrera en sus clases de tipografía, con aquel su fino humor para describir lo que no le gustaba,  o a Guillermo Lagarde,  quien a su pesar resultó un maestro de varias generaciones de periodistas, aunque hosco y regañón, no le hacía gracia que lo tacharan de maestro, sin embargo, en virtud de esas clases se forjaron muchos de los jóvenes que más tarde elevaron al periódico a etapas prominentes en el panorama nacional, quienes me lean saben bien de lo que hablo, no solo quienes tuvieron en sus manos la conducción del periódico como Angel Guerra, Luis  Camejo, Jorge López o Jacinto Granda, por mencionar solo algunos de aquella etapa, sino los que con la máquina de escribir dejaron la crónica diaria como constancia de lo que ocurría en un país en Revolución.

Ahora se celebra un aniversario más de Juventud Rebelde, y me parece justo rememorar aquellos provisorios cursos que se organizaban para formar corresponsales, algunos, como Ramón Brizuela aún todavía están activos en sus provincias, otros, como yo, luego de 40 años asumimos la jubilación, con y sin nostalgia, pero si me preguntan creo que también eso es parte de la ética del periodismo, no renunciar a escribir nunca dondequiera que estés. Aquellos cursos y después las maestrías para hacer las carreras universitarias de periodismo fueron el embrión de los que es hoy Juventud Rebelde, no podría describir en unas pocas palabras la mezcla de sensaciones por las que una pasaba al saber que ibas a hacer la carrera universitaria y trabajar, si así se decidía, en tu provincia de origen, o en la propia redacción, que para ese entonces radicaba en Prado, frente al mismísimo capitolio, en lo que fuera el antiguo diario de La Marina.

Empecé con el ejemplo de una novela para hablar de ética, pero más que eso quería rendirle homenaje a aquellos que colaboraron con la formación de los periodistas en varios cursos de corresponsales, cinco, si mal no recuerdo, por donde pasaron  Soledad Cruz, Lázaro Barredo, Maritza Barranco, Amado de la Rosa, Nelson García, Aldo Madruga, Xiomara Hernández, Jacinto Granda, Mireya Ojeda, y otros que me perdonarán si no los cito, pero como el más visible era Lagarde, en su condición de experto en el lead no hallo términos medios. Nunca escatimaba epítetos ni coletillas para señalar los errores o equívocos en los que se incurriría por la falta de eso que llamamos ética en el desempeño de la profesión, tal vez pocas veces pensamos en qué es la ética y cómo puede formar parte de nuestra existencia, e irremediablemente tengo que evocar sus palabras cuando decía que la vocación de periodista era la más sufrida del mundo, pero también era la que más emociones y momentos imperecederos te depararía en tu carrera por la vida.