Esa "cosa" es lo que hace cantar al tomeguín del pinar

sábado, 31 de diciembre de 2022

Ese feliz 23

 


Por Elsie Carbo  

 
Se acaba el año. Las amistades y la familia escriben desde todas partes, Jose, Marisela, Mayda, Arelis, Nela, Sonia, las dos Xiomaras… en fin, son muchas y muchos para poder mencionarlos sin dejar alguno afuera, son quienes se fueron a suerte y verdad buscando otras ciudades, otros trabajos, otros sueños. Un mundo de gente. 
 
Mandan arbolitos, luces, santicos, crismas y fotos llenas de sonrisas o lechón asado unas, otras, nostalgia y recuerdos para quien quedó en el suspenso nefastico de una espera. El caimán reposa. Este año el límite a mi alegría lo puso un extraño desaliento, ¿Será que se vació el cofre del imbatible entusiasmo que poseo como el escudo familiar más querido? Unas veces por los ahogados que no son míos, otras por el dolor de los muertos en vida que no conozco, pero están ahí sin dejar de andar vivos. 
 
Gorriones, Incertidumbre y conformidad. El baile de la buena pipa en el malecón. No quisiera subirme al barco de las que solo esperan la llamada del hijo, la nieta o la biznieta que no verás jamás. No quisiera, pero es como la gripe o cualquier enfermedad que te puede alcanzar sin poder impedirlo. El remedio no llega. Te acecha como un ladrón en la oscuridad de las noches. Los jóvenes han echado a andar como una gran humanidad y no lo pueden evitar. 
 
Se estropeo aquella luz galáctica que perseguimos a través de un túnel colmado de promesas y rumbos, pero esa luz, ni yo, ni ninguna de esas amistades que me felicitan, me aman y me desean un feliz y próspero año nuevo, tal vez nunca la volveremos a tener.