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Este comentario
es una deuda que tengo con un quiosco, o quizás mejor dicho, con el agro
mercadito en la esquina de Ayuntamiento y Tercera, en Nuevo Vedado, debido a
las remotas críticas que una vez formulé ante la mala calidad de sus productos,
las pocas ofertas y su aspecto descuidado y sucio durante algunos años, pero
debo decir, en honor al seguimiento que los periodistas debemos darle a
cuestiones de esta índole, que ya todo parece ser agua pasada, y hoy en ese
lugar hay un espacio que satisface en gran medida la demanda de la población,
con ofertas variadas, frescas y de excelentes atributos, gracias a la activa
disposición de sus arrendatarios o Pymes, como suelen llamar a las pequeñas o
medianas empresas de propiedad privada.
En este sitio concurre
un gran público, de la localidad y de otros municipios, en su mayoría gente
mayor o jubilados, pero diversos hechos incomprensibles obstaculizaron otrora su
buen funcionamiento. Primero fue un lamentable abuso de precios que fue
criticado en el periódico Trabajadores, luego llegó un mercado estatal, sin
surtidos, ni calidad; después, otro cambio y otro más que no trajeron
beneficios a la zona a pesar de los reclamos en las Asambleas de Rendiciones de
Cuentas, unas veces por una cosa, otras porque la pérdida de la llave que
abrían el local no aparecía, en fin, la cuestión es que solo el público, y no
sus dirigentes o funcionarios sufrió estos zarandeos, y eso es imperdonable
para un estado donde el pueblo debe ser lo primero. Esto a modo de recuento que
siempre es bueno sacarlo a la luz para que la ineficiencia y las
insensibilidades no sean más una constante en nuestras existencias.
Este nuevo rostro
de la esquina de Ayuntamiento y Tercera se debe en gran medida al trabajo de
los cuentapropistas que han hecho del quiosco un sitio diferente, como ya dije,
ellos, además, han remodelado en la comunidad una nueva forma de acercamiento
al público, con un trato adecuado y amable y un servicio de calidad en la
oferta que brindan, lo que me hace pensar que esta comunidad al fin tendrá un
servicio estable de mercancías de primera necesidad para el hogar, sin tener
que recorrer otros mercados de la zona en busca de viandas, vegetales o frutas,
para casi siempre regresar con las manos vacías, sobre todo en estos momentos
que sufrimos una pandemia.
Realmente no sé
si Carlos Marx auguró algo de lo que estamos viviendo en Cuba en estos momentos
de crisis, ni cómo lo están analizando los especialistas en economía, pero sí
sé que, si hay una buena producción de productos que llevar a la mesa del
cubano de a pie, se puede resistir y paliar cualquier virus o crisis que
aparezca, así de simple, sea promovido mediante un sistema económico privado o
la gran empresa estatal, encargada de satisfacer y velar por el bienestar del pueblo,
pero que, de hecho no ha podido, y ya es hora de dejar a los jóvenes libres para
desplegar sus iniciativas y talentos, como los he visto en estos trabajadores
por cuenta propia en el quiosco de Ayuntamiento y Tercera, y entonces, dejemos
a otros combatir los malsanos peligros que nos amenazan desde el exterior, de siempre.
¿O es que acaso
esos que alertan de los graves peligros que entrañan para el futuro
poscoronavirus en el país darle alas al movimiento privado me podrían explicar
si en todas estas décadas hemos tenido una industria estable o una producción
agrícola satisfactoria? Quisiera saber, ¿a qué se debe que no encuentres en las
tiendas del estado una simple llave de agua con calidad y que esté acorde con
el bolsillo del cubano de a pie?, o ¿que esté ausente de las bodegas una pelada
caja de fósforos para encender el fogón, y que los agromercados estatales, como
el EJT, no tengan el debido surtido en productos? ¿Es que no hemos padecido lo
suficiente en todas estas décadas de escaseces de todo tipo que nos han hecho
recurrir a los famosos merolicos hasta para comprar “moñitos de vieja” para
fregar, cuando no nos lo mandan de afuera algún familiar bondadoso? ¿Dónde
están viviendo esos especialistas que están preocupados por el futuro nuestro y
salen al ruedo invocando nuestras reservas patrióticas y nuestro sentido de
heroicidad?
Como cubana y
revolucionaria, que solo he tenido el privilegiado de haber trabajado 40 años
en el maravilloso Juventud Rebelde, realmente me he sentido muy confundida con
el artículo publicado por Granma el día 7 de mayo, quizás no estoy preparada
para entender tan rebuscados planteamientos, donde aparecen el temor al
empoderamiento de los cuentapropistas, el origen de sus financiamientos y la
catástrofe que puede ocurrir en el socialismo por darle cabida a unas ideas de
las cuales, hasta la malévola ideología obamista pudo interferir, en fin,
caballeros y caballeras, hay mucha tela por donde cortar y los sastres están
haciendo lo suyo, sin ofender a Carlos Luque, el autor de dicho artículo, con
el cual me gustaría debatir cómo está paliando esta nueva crisis solo con la
ayuda del sistema empresarial estatal o sus flamantes tiendas virtuales de
nuevo tipo.
Supón entonces por
un momento que el desarrollo de ese sector privado en Cuba, de pequeña y
mediana escala económica, no sea un peligro para el socialismo nuestro, que sea
todo lo contrario, si contribuye a ser un engranaje positivo y enriquecedor
para el país, que fomente empleos y colabore a movilizar las fuerzas
productivas, y disfrutaremos también de esa parte confortable que otros tienen,
entonces darle luz verde no sería el punto en estos momentos para salir a machacarlo
con esa soberbia literaria que no hace otra cosa que obstruir más la vida.
Si tal vez él es
tan joven que no conoce del espíritu del cubano que siempre se ha batido por el
ideal revolucionario que representó todo el sueño de su vida, es una pena, pero
no es necesaria la arenga ni la simbología para este pueblo que es capaz de
soportarlo todo, hasta de dar su vida, no digamos en Girón, por poner un
ejemplo, sino en cualquier parte, como lo hacen ahora los médicos y las enfermeras,
pero que también como humanos, merecen disfrutar la parte que le corresponde de
esa prosperidad socialista, anunciada por ideólogos y estudiosos, en virtud de
la fidelidad, abnegación, humildad y paciencia tenida,EE al soportar tantos años
de inmovilismo.