
Hoy 23 de marzo se cumplirían 196 años de la muerte en España de Gertrudis Gómez de Avellaneda, y me parecería que ya se habría dicho todo o casi todo sobre la vida y la obra de esta cubana, si no fuera porque me topé con la investigación publicada recientemente por la editorial Icaria Literaria, en Barcelona, de Cira Andrés y Mar Casado, quienes interpretan y aportan de manera inteligente una subyugante fuente de vivencias y anécdotas que, encontradas en archivos como los de Indias y otros menos manoseados, devuelven de nuevo el espíritu de la camagüeyana a sus calles.
Le agradezco a Cira el haberme regalado esta biografía de Tula, de la cual conocía que comenzó a gestarse aquí en
Cira Andrés nació en Florida, Camagüey, y ha publicado principalmente poesía, siendo antologada en Cuba y en varios países, y Mar Casado es oriunda de Barcelona, abogada y escritora. En ambas hay un sentir por igual de impregnarle a los textos el alma de esta poetisa que fue un suceso en su tiempo, y aún hoy lo sigue siendo para quienes lo saben apreciar.
Es una obra inusual donde quien habla en primera persona es la propia Gertrudis, de esta forma el sabor de las confesiones, sus tristezas, sus angustias y regocijos nos llega como de la mano de alguien conocida, o aún más, como si fuésemos depositarios de sus secretos. Buen ejercicio de la lengua castellana hacen las escritoras de estos pasajes idos a buscar en los más impensados archivos, cartas o testamentos personales.
Gertrudis Gómez de Avellaneda descubrió la música de la literatura a través de su poesía, pero también develó el dolor y la injusticia en su prosa, y hoy vemos que el todo en su obra es una lúcida combinación de ese gran sentimiento revolucionario que comenzó a gestarse desde los primeros años de su juventud.
Su obra es extraordinaria por cuanto hay una condena demoledora a los prejuicios e injusticias no solo para la mujer, a la que sitúa a la par del hombre, pensamiento nada convincente para quienes ostentan el poder, sino para el negro por su condición de esclavo, expuesto en su novela Sab que encarna una posición extremadamente noble como memoria y es fundamental para entender lo que supuso el desprendimiento de ella a su tierra la que amó y tuvo presente siempre.
La lectura de este libro que se ha publicado como Memorias de una mujer libre, es verdaderamente estimulante para comprender el verdadero sentido de su dimensión al revelarse a una sociedad totalmente machista, remilgada y falsa. Es también una forma de reencontrarse con otra visión de Cuba e inclusive de ciertas claves de muchas preguntas que aún sobrevuelan en el aire.