Esa "cosa" es lo que hace cantar al tomeguín del pinar

lunes, 8 de marzo de 2010

Acerca de El HOMBRE QUE AMABA A LOS PERROS


Como Ramón Mercader en El hombre que amaba a los perros cuando dijo que si hubiese leído aquel libro antes de ir a México, (refiriéndose a La revolución traicionada), nunca hubiera matado a Trotsky, y yo pienso que para quien lea ahora esta obra de Leonardo Padura, tal vez la visión de la vida ya nunca le sea la misma.

No crea que debo decir mucho más a un lector astuto y hambriento de que le caigan en la mano libros que lo batuqueen hasta el forro de los colchones, que por supuesto, la mar de las veces hay que mandarlos a buscar allende los ríos, mientras se está a la espera de que la virtuosa Feria del Libro en La Habana los venda y le dedique el acontecimiento a un autor, como debía ocurrir con Padura en la próxima, en virtud de su rotundo merecimiento literario.

En pocas palabras, El hombre que amaba a los perros es como uno de esos armamentos modernos apuntando sin remedio al mismísimo corazón de cualquier creyente, lo he adorado tanto, perdonen la melosazón, que mientras más me acercaba al momento en que Jacques Mornard (otro de los nombres de enmascaramiento de Ramón) debía asesinar al hombre que había compartido el poder con Lenin entre 1917 y 1923 leía más despacio para alargar aquella muerte a la que Stalin puso fecha desde el Kremlin.

De a kokán, como diría mi amigo El Ambia, el libro está buenísimo. Lo que siento es que tengan que esperar mucho para que aquí se edite, aunque nunca será tanto como los años que se esperó para saber la verdad sobre una de las figuras más siniestras de la historia, su enorme poder en las postrimerías de un final soviético que lo toca todo, sin dejar ni a Cuba fuera de esa complicidad, y la manera genial de involucrarnos en ese escenario para respirar la parte de culpa que nos tocaría por la denostada holganza, son elementos de la nada fácil trama de esta novela, a la que habría que asignarle otro mérito asociado, que ha sido escrita desde Mantilla.

Olvídense, que El hombre que amaba a los perros está muy lejos de ser una historia sobre perros.

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