Esa "cosa" es lo que hace cantar al tomeguín del pinar

lunes, 4 de junio de 2012

Cultura del maltrato

Algunos de los medicamentos que irían a parar a la basura por caducar su fecha de utilización

Era demasiado soñar con que la doctora llegara temprano, atendiera a todos los pacientes y mi mamá saliera del consultorio con un diagnóstico o algunas recomendaciones que le atenuaran sus dolores en la columna.

Mami tiene 92 años pero está bastante bien para su edad, aunque sus eternos malestares en la espalda debido a la cervical y otros trastornos que siempre vienen con los años, la han tenido quejándose y medio postrada en estos días, ahora más que han arreciado las lluvias y la humedad.

Por eso decidí llevarla hoy lunes temprano a la consulta del médico familiar que me toca en mi comunidad, y como me queda a tres cuadras salimos con la fresca para  no quedar entre los últimos de la cola, sin embargo, mis expectativas se estropearon porque la doctora no fue a consultar, a pesar de que ella no tiene que pedir botella ni coge camello en esta ciudad, porque vive en los altos del mismo gabinete, un inmueble de dos plantas construido por la Revolución para esos fines y con la idea  de que los galenos no tengan que pasar trabajo para ir a trabajar y los enfermos gocen del placer de sentirse atendidos.

Mientras indagaban las razones que tuvo la doctora para no bajar observé que se tiraban a la basura un grupo de medicamentos que recién habían llegado del almacén, pero por su fecha de vencimiento (2008) no se podrían utilizar, según comentó la enfermera auxiliar que ya está cansada de dar las quejas en otras oportunidades por la misma causa.

_Estuvo de guardia el día antes. Al fin los pacientes tuvieron información y como es de esperar, calabaza, calabaza…. Incluida yo, lo que me hizo añorar al otro médico que trabajaba en este mismo consultorio número 9. Elier de Hombre, actualmente cumpliendo misión en el extranjero, a quien nunca una guardia de 24 o 30 horas en su correspondiente policlínica le impidió llegar a tiempo para cumplir con su jornada laboral, nadie lo vio nunca malhumorado, ni desatento, por el contrario, con el podías cantar esa canción de que a la hora que me llames voy. Tal vez por eso ya no está. Fue a brindar servicio primero en Belice y ahora en Venezuela.

A esta cultura del maltrato ya nos hemos acostumbrado como un buen mal, si vamos a ver, es un servicio gratuito y no se puede pedir más, nos hacemos de la vista gorda y tratamos de resolver por otras vías alternativas, con el amigo o con el regalo, igual parece que sucede con los medicamentos echados a perder, nadie responde por eso, y como siempre creí que decir públicamente estas cosas era hacerle el juego al enemigo de allá, confieso que en estos momentos ya no sé si mi enemigo está del lado de acá.


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