De Benedito Ruy Barbosa a Félix B. Cañet no hay novela cubana o brasileña donde no aparezca la limonada
para refrescar un ambiente estelar, como tampoco falta en la vida real de
cualquier país tropical a la hora de conjurar el cansancio y la sed, siempre
fue así, tanto en el campo cubano como en la vida urbana, porque el limón ha sido el
mejor aliado de la familia para contrarrestar las inclemencias del verano,
hacer economías en el presupuesto doméstico y combatir ciertas afecciones
gripales, como sucede de un tiempo a esta parte aquí en La Habana , y no voy a
mencionar al resto de las provincias porque no puedo dar fe, solo digo que aquí
en la capital,
el limón se ha convertido en un aliado conspirativo, pues para sorpresa de
muchos, se ha perdido como la frazada de trapear, el café, o la mañana que se pierde en la tarde, según el viejo bolerón interpretado por el inolvidable Barbarito Diez.
Para colmo, cuando
lo encuentras es tan caro y misterioso que hay que pensarlo tres veces. Yo compré cinco
pequeños limones, redondos, amarillos y duros como semillas de
mamoncillos, sin embargo el carretillero me dijo que eran de una variedad
foránea, quiso decir extranjera, por supuesto que tendrían que ser buenos, pensé, a
juzgar por la trayectoria, la carga, el flete y el pasaje, solo tenía que aplicar un
corte de costado para que brotara un néctar soberbio como de un manantial, pero de eso nada y que yo
recuerde, nunca en los cientos de limones que yo piqué en mi vida campestre hubo
que aplicar tales procedimientos, aquellos limones criollos (Citrus aurantifolia ) según su nombre en la enciclopedia cubana EcuRed, o aquellos otros que mi padre le llamaba persas, grandes e intensos, jugosos y de corteza
menos lisa, o los silvestres que se daban en las lomas y matorrales o en cualquier rincón
donde hubiera tierra, o los lima con sabor dulzón y granos pulposos que soltaban el jugo como quiera que los pusieras, era posible
una gran variedad que muchas veces solo eran para uso particular del campesino, porque a casi nadie le faltaba una mata en el patio, pero ahora algo ha sucedido, éstos de hoy no tengo idea de dónde salen la verdad, ni dan jugo ni aparecen cuando los buscas, y sus precios andan como los ángeles por las nubes,
los cinco me salieron como a dos pesos cada unidad, y así no hay
bolsillo que resista, mis amigos, lo aseguro a pesar de que este post sea
intrascendente y sin historia, como el mismo limón partido.
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