Complejo cultural Yara en la populosa esquina de la Rampa. |
Elsie Carbó
Decirlo quiero. Me ha encantado el último post sobre la 3D
de Elaine Díaz porque me destrabó mi memoria epistémica. Si, porque si vivía en
Cumanayagua, un pueblo perdido en el mapa antes y después del acontecimiento,
qué hacía yo a los doce años en La
Habana mirando una película de esas que le dicen ahora 3D, y
no han pasado la censura?
Le llamaban Tercera Dimensión y era el suceso más importante
en el cine CMQ de la capital cubana, hoy complejo cultural Yara en la populosa
esquina de la Rampa.
Mi padre me llevó por primera vez a la capital por mi cumpleaños, pero lo que
verdaderamente sí fue un gran regalo fue lo del cine, donde disfruté de una
función en Tercera Dimensión con espejuelitos y todo. Como les cuento, era lo
más novedoso de ese momento, los espejuelos te los daban a la entrada y gratis,
eran de cartón muy bien recortados e imitando cristal, uno en verde y otro en
rojo, en papeles transparentes que hacían que aquellos tigres y leones salieran de la pantalla para
devorarte mejor, mientras tú te contraías de miedo en la luneta, sin decir nada
para que no pensaran que eras una guajirita cogía a lazo.
Esos espejuelos se los presté en los años 70 a Guillermo Lagarde cuando
vine a estudiar periodismo en La
Habana, él además de profesor y periodista, era un experto
recolector de cosas curiosas que publicaba dominicalmente en su sección
Desapolillando archivos en Juventud Rebelde. Y realmente le dedicó un emotivo
comentario porque había sido atrapado también por la magia de aquella Tercera
Dimensión en Radio Centro.
Entonces, bajo mis escasos conocimientos especializados en
tecnologías pienso que lo que ví en aquella época pudiera ser la esencia, el
embrión o el precursor de lo que ven hoy como 3D de alta definición jóvenes
como mi nieta, que visitó una de esas salas privadas que han proliferado en el
país al calor de las licencias o permisos concedidos por el gobierno, y no
tengo que agregar mucho más, solo les digo que Claudia quedó transportada, tal
y como me sucedió a mi en mi adolescencia.
Y como a veces no estoy entendiendo mucho o menos mucho,
observo con preocupación que esos jóvenes se sienten ahora desconcertados al
conocer el decreto ley que apareció prohibiendo las salas de cine particulares,
lo que los deja un poco más al pairo para encontrar entretenimientos asequibles
a su bolsillo, en una ciudad donde cada vez se encarece más el salir a pasear y
los cines oficiales no pasan esas películas.
Para explicarle lo que yo misma no atino a comprender le
digo que quizás la razón por la que hayan legislado tal dictamen sea la de
volver al Yara con los últimos estrenos de 3D, y a precios bien razonables, tal
y como lo hizo en su momento el cine de la CMQ con la Tercera Dimensión.
Me gustaría pensar que así será.
1 comentario:
Pues si, ya me entere del suceso de que las salas privadas 3D serán cerradas cuando aun los cines del complejo cultural 23 no han resuelto nada relevante desde hace un montón de años.
tengo amigos que han invertido grandes sumas de dinero en este "negocio de bodega" al que alejandra mi hija también quedo impresionada. he tenido el privilegio de conocerlas fuera de cuba en pantalla grande y hasta la nueva modalidad el 4D que las sillas se mueven y te echan agua si estas en un bote o alguien estornuda... jajajaja es una bella experiencia. la verdad no se que solucion le daran pero no me parece justo. ni para los pequeños inversionistas ni para los jovenes que cambiaron los domingos del Parque G por estos lugares.
buscar la solucion legal es mi opnion, pero quitarlos no me parece lo mas correcto.
Perez Paula
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