Por Elsie Carbó
Gracias a los paquetes o paqueticos que se distribuyen
subrepticiamente en los dispositivos caseros entre vecinos vi el filme Regreso
a Itaca, del director francés Laurent Cantet, con guión de Leonardo Padura,
excluido de buenas a primera del Festival de Cine, y después de haber pasado
con luz verde todo aquel proceso previo de revisión.
Tengo que decir que recordé cuando en los 80 exorcizaron a Alicia
en el país de las maravillas en tiempos de Aldana, aquel otro filme que
protagonizara Reinaldo Miravalles y que fui a ver al cine Payret con la homérica
misión de salirle al paso a los aplausos
y a otras manifestaciones de júbilo que pudieran aflorar en el público.
La diferencia radica en que hoy han pasado los años, muchos
años, hay lucidez y USB, y tras un análisis y otro más exhaustivo,
prevalecieron criterios abiertos a los cuatro vientos y la película finalmente se
estrenará en La Habana como parte de la programación del cine francés en Cuba,
para que el público vea que no dice nada más allá que no se haya dicho ya en nuestras
casas.
Había pasado por alto el capítulo de La historia de mi vida
escrito por Padura y que toma como referencia el guión de esta película, inmersa
como estaba en los avatares de la vida de Heredia, que es en definitiva el tema
central de la novela, volví a releer el texto y encontré el punto de partida en
el cual se desenvuelven magistralmente Isabel Santos, Jorge Perrogurría, Néstor
Jiménez, Fernando Hechevarría y Pedro Julio Díaz Ferrán.
Ese juicio de interpretación, la vehemencia de las palabras,
lo que no se menciona explícitamente y toma el pronombre de “ellos” como una
sombra maldita que sobrevuela las cabezas y deviene en catarsis tal vez es lo que observaron y analizaron, con
la mejor intención, desde luego, los decidores del Festival para que la
película se prohibiera al público y creara esta suerte de alud hacia los
distribuidores del famoso paquetico, en demanda de espera a que bajara como por
obra divina, la película de marras y poder verla.
Y eso fue ni más ni menos lo que a mí, perfectamente, me
ocurrió, además.
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