Texto y fotos Elsie Carbó
grillosazules@gmail.com
La Ciudad Deportiva se prepara para el concierto de los
Rolling Stone. En el centro del terreno
utilizado usualmente para entrenamientos, ejercicios o encuentros deportivos están
instalando el gran escenario donde actuarán los músicos. En las áreas aledañas
hay carpas, contenedores, grúas, tractores,
camiones, luces, casetas para baños públicos, kioskos donde se expenderá todo
tipo de comestibles ligeros, y hombres trabajando, es lo que se puede apreciar
por ahora, cuando aún faltan unos días para el acontecimiento.
Si hace 40 años atrás alguien me hubiera dicho que un día podría
ver en vivo a los Rolling Stone me hubiera reído mucho, como ha ocurrido con
otras cosas impensadas en otras épocas pero que para suerte nuestra ya en ésta
son realidad, porque para escuchar a este grupo, junto a otros rockeros de esas
décadas tenía que ir a las casas de amistades que tuvieran el equipo, y cuyos
padres o familiares viajaban y podían traer en su equipaje cintas o cassettes
con la música de estos artistas, desconocidos para casi todos en mi pueblo y
sin ningún perfil en la programación radial.
No éramos conocedores ni musicólogos ni especialistas pero
aquellos metales solían seducirnos ante la sospecha de que por alguna razón
estarían prohibidos, recuerdo una reunión en la Universidad de Santa Clara con
algunos profesores de la clase de teatro que culminó con adustos semblantes y un sentimiento de culpa casi
febril ante el error cometido: habíamos escuchado una cinta de los Beatles. Mis añoranzas en materia de música no pasan de
ser vivencias circunstanciales y esporádicas con ciertos intérpretes que por
alguna razón alguien invisibilizó en los medios, pienso en Feliciano, Julio
Iglesias, Rafhael, Pedro Luis Ferrer y muchos cantantes y compositores cubanos que
dieron a conocer la música cubana por el mundo en las décadas antes del 1959.
Ni me echo a reír ni me asombro, solo me transporto. Los
Rolling Stone también van a venir a La
Habana. Para ellos será todo el glamur que como una alfombra roja extenderemos
a sus pies, todo es poco, son lo máximo porque ya a los Beatles, desintegrados
o muertos, solo los tenemos en CD y en el Submarino del Vedado. Pero estoy
segura que mi nieta será una de las admiradoras que no dejará de estar en ese
concierto.
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