Elsie Carbó
Hace poco compré
un paquete de leche en polvo en la TRD que se encuentra en Ayestarán y Tulipán,
más conocida como el contenedor, y cuando mi mamá fue a prepararla para su
consumo experimentó un extraño sabor perfumado, bastante parecido al del
detergente, algo que yo también comprobé después de suficientes pruebas a todos
los utensilios que empleamos, como cucharas, tazas, jarros, etc., que se
pudieran haber utilizado en su preparación, incluyendo el azúcar o el café que
usualmente se mezcla para desayunar.
Mi primera
reacción fue presentarme con el paquete abierto en la tienda, pero después
pensé en esos productos que no están en
el establecimiento solo por casualidad, ni se transportan solos ni se falsifican
solos, a ellos los llevan personas que lucran con esas mercancías y los aceptan
en esos lugares con el consentimiento de los responsables, es como llover sobre
lo mojado, entonces para qué perder el tiempo y molestarme en hablar con ellos?
Realmente no confío, y no me siento culpable por no confiar, al contrario, me
apena mucho afirmar esto, pero es la realidad que vivo y son otros recuerdos
que tengo en mente de ciertas adulteraciones en otros artículos como la pasta
de dientes o el café Cubita, adquirido por mí misma en un Cupet de mi barrio. Esto
sin mencionar los perfectos envases en latas de refrescos o cervezas que
invadieron en una época algunos mercados, y que espero se hayan descubierto
para tener tranquilidad ciudadana.
Como quiera que
dudé mucho que surtiera efecto se efectuara una devolución en dicha tienda y
menos aún que procedieran a hacer una investigación y castigaran a los
delincuentes que estafan de esa manera al pueblo, lo hago público de esta forma
para que lo sepan quienes tienen en sus manos la posibilidad de tomar medidas e
impedir que este tipo de atropellos continúen afectando los bolsillos de los
ciudadanos de la tercera edad, los más afectados en mayor medida, por supuesto,
cuyos salarios no son lo suficientemente altos, a pesar del reciente aumento,
como para perder más de 120 pesos cada vez que tengan que adquirir un paquete
de leche en polvo para su dieta alimentaria.
En estas circunstancias, sin
libros de quejas o llamadas de sugerencias, me encomiendo a las redes sociales
como una vía de apoyo al proyecto de hacer un mejor país que libramos cada día los
cubanos decentes.
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