Esa "cosa" es lo que hace cantar al tomeguín del pinar

martes, 2 de junio de 2020

La guarapera de Roberto


Por Elsie Carbó
ecarbo@enet.cu

En Cumanayagua había una guarapera en la época de mi niñez. Era lo que se llamaba un sitio notorio que hoy, a pesar del tiempo, se recuerda con nostalgia y gratitud. Estaba frente al cine Arimao, colindando con la Sociedad de Color, y escoltada por un hermoso prado con sus añejos bancos de madera y los frondosos álamos que embellecían los paseos vespertinos, así era un paso obligatorio para cinéfilos, paseantes o danzoneros en aquellos tradicionales festejos del pueblo. 

Era un sitio imprescindible para los habitantes de la comarca y aquellos que de pasada la descubrían y degustaban del exquisito guarapo que Roberto servía en brillantes vasos de cristal. Roberto era un señor respetado y querido por sus buenas relaciones con los clientes, además de la limpieza y calidad del servicio que brindaba. Su guarapera es aún un mito entre las viejas generaciones que aún la recuerdan a pesar de que hace casi seis décadas que permanece cerrada y ya Roberto Delgado no está para contarlo. 

Pero, ¿cómo lo hacía para mantener la puntualidad, pulcritud y la calidad que tanto lo destacaban? No creo que fuera por firmar contratos con los campesinos que le suministraban la caña porque con la palabra honrada bastaba, ni con el carretón que la transportaba cada día hasta el establecimiento en la Calle Real, donde se le daba el beneficio para la molida, que consistía en una limpieza a fondo para quitar las impurezas, los cortes en trozos y la revisión final para que llegara al trapiche idónea e inmarcesible. Y para de contar.

 Ignoro si en esa época existía algún efecto público cuyo similar ahora es la Onat, para fiscalizar su negocio, o los controlara con inspectores legalizados para supervisar a los cuentapropistas, esa parte me la salto porque solo tengo los aspectos más epidérmicos en mi memoria, y en el paladar el sabor de aquel espumoso guarapo, rebosante de hielo frapé. En Cumanayagua hubo una vez una guarapera, pero fue en la época de mi niñez…

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