Esa "cosa" es lo que hace cantar al tomeguín del pinar

martes, 13 de abril de 2021

Los pájaros no regresan nadando

 


Por Elsie Carbó

Los recuerdos son como aves migratorias que regresan. Recuerdos de cuando aquellos días desinhibidos y entusiastas, donde la redacción de Juventud Rebelde era el mejor refugio para el trabajo y las bromas, sin las tragedias actuales del virus que mata o las escaseces de una crisis que no nos merecemos, solo con las ilusiones y los deseos de luchar por las misiones de un futuro socialismo con justicia y sin quimeras. Recuerdo que de un lado estaban aquellos profesionales del dibujo y los chistes como Manuel, Tommy, Janer  Padrón o Virgilio, pero, del otro, los que también hacían lo suyo, escondidos en las sombras para divertirnos sin remordimientos, y salen a relucir nombres como Marcos Alfonso, Jacinto Granda, Jorge López o Elio Menéndez, a quien quizás solo lo tengan como uno de los mejores cronistas serios, pero lo cierto es que entre él y Boby salamanca se las gastaban de altura, y de eso pueden dar fe quienes conservamos claros los recuerdos,  y vean, entre las bromas célebres de que hablo se cuentan algunas mujeres, me toca mencionar una de esas maldades silenciosas que pusieron a correr a mucha gente, porque se jugaba al duro y muchas veces calentaban el box con cargas pesadas que iban más allá de la redacción nocturna, entre ellos estaba la misma Celia Sánchez, visitadora asidua del periódico en altas horas de la madrugada y que yo recuerde fue, una connotada bromista, aunque no sé si la  que presencié fue idea de ella o partió de más arriba, lo que sí sé es que aquella broma casi mata de un infarto a Montané Oropesa, cuando secundada por Jorge López, director del periódico en esa época, mandó a imprimir una tirada de dos o tres ejemplares con un titular a 72 puntos donde se leía que el dirigente anunciaba la suspensión de la nochebuena en Cuba ese 24 de diciembre,  cuando en realidad Montané había declarado lo contrario para aliviar la situación en la fecha señalada, mi suposición de que todo eso  partía de alguna idea superior no era infundada sabiendo que a Fidel le gustaban las bromas y estas se elaboraban a un nivel mucho más esmerado, o sino, recuerden aquella que le gastó a Chávez donde se alistó al equipo de pelota de Industriales para competir amistosamente en un partido supuestamente entre veteranos, y había que ver la cara del dirigente venezolano cuando descubrió que sus viejos peloteros perdieron frente a los actuales peloteros cubanos disfrazados de jubilados. Pero yo digo que los recuerdos son del carajo, viajan siempre como aves migratorias, hoy entré después de un largo tiempo a la redacción de Juventud Rebelde y quedé desarmada, congelada y muda, nada más desierto, oscuro y quieto que aquel pasillo por donde antes corría el aire, las bromas y la vida, nada más aterrador que el silencio de las almas, dónde los chistes, dónde las burlas, donde los besos y los abrazos que se han marchado a no sé dónde, como si los pájaros regresaran nadando, por eso como una idiota me pregunté ¿adónde han ido a parar los hacedores de bromas que no están presentes ni siquiera para escenificar este drama? ¿Qué hubieran inventado los Marcos, los Jacintos, los Jorge o las Celias para atemperar este tiempo y hacernos reír como locos en esta temporada?  Nosotros los de entonces ya no somos los mismos, como dijo Neruda, a quien posiblemente no lo azotó ninguna jodía pandemia, quien nunca tuvo que encerrarse bajo cuatro candados y una puerta, quien tampoco vivió aterrado escuchando el noticiero, y quien, por ende, tampoco se preguntó hasta cuándo podremos soportar tanta gente muerta.

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