Al centro Gloria con parte del elenco en el estreno del filme |
Por Elsie Carbó
Foto: Bienvenido García
Foto: Bienvenido García
Diálogo con mi abuela, es el título del documental
recientemente estrenado en la cinemateca del Chaplin de la cineasta cubana
Gloria Rolando. Una cinta que deberían disfrutar no solo los amantes del
séptimo arte o los amigos que asistieron a su debut, sino toda aquella
población que sabe de lo que se habla en ese trabajo, por haberlo sufrido en
carne propia y por tener además, referentes muy cercanos en la familia. Pero
los recursos, dígase equipos, cámaras… con que fue filmado, según me comentó la
propia autora no permitirían siquiera que se proyectara en otra sala que no
tuviera las condiciones idóneas para su puesta, o sea, que mucho menos sería
pensar en la televisión. Quizás solo después de que sea sometida a diversos ajustes
o cambios en ese mundo de la tecnología más moderna tuviésemos el privilegio de
verla en nuestras casas, o se distribuya en la exigua red de otros cines, que para
el caso se sabe que no contamos con muchos, o incursionara en otras latitudes,
que por sus particularidades humanas y éticas se mereciera, ya que el tema
sobrepasa el ámbito nacional.
Viendo el documental me llegaron muchos recuerdos. Santa
Clara es uno de ellos, ciudad donde se realizó esta obra, porque fue parte de
mis años como estudiante, pero quizás nunca caí en cuenta, a no ser por la mordiente
manera en que Gloria lo plantea, que aquella época era, aún en los finales de
los 60, una saga de manifestaciones racistas, que se presentaban como hábitos de
herencia en sitios como el Parque Vidal, y que está muy bien argumentado en el
filme: blancos alrededor de la glorieta y negros afuera, sin que mediara una
orden precisa o un mandato supremo, solo cuestión de remota rutina, aprendido
de los ancestros, como sucede en casi todo lo que tiene que ver con lo que ha
sido una práctica o un pensamiento enraizado durante siglos.
Observar las fotografías y los testimonios que con inteligencia
conforman el soporte en el documental te dan una idea del grado de discriminación
y su evolución en esa región del país, y no sería absurdo afirmar que no solo
fue en la ciudad de Marta Abreu, sino que se extendía a otras zonas de esa
parte central de Cuba, al menos en mi pueblo Cumanayagua, doy fe de que no está
fuera de esos arquetipos, ahí los negros paseaban separados, fiestaban
separados, bailaban separados, cada grupo tenía su plaza para ir a celebrar las
fechas destacadas, Unión Fraternal para los de color, el Liceo o el Casino para
blancos, aunque en ambos amenizaran las mismas y las mejores orquestas del
país, Chapotin, Sensación, Riverside, Estrellas de Chocolate, muchas más que
ahora olvido. Está implícito en el documental, aunque su objetivo es el
homenaje familiar, todo ese lastre de siglos, con aquel dolor, su
inconsecuencia y la crueldad emergiendo como una verdad irrefragable mediante la
íntima conversación entre la nieta y su abuela, ellas dos son una historia de
vida que se ha arrinconado entre las seducciones de la modernidad, nunca
imaginé que mi amiga Gloria, humilde y tímida, aquella asistente en el
Mensajero de los Dioses, un documental que levantó muchas polémicas por haberse
filmado en la casa de un reconocido babalao en Cayo Hueso, a la cual asistían
no pocas figuras del gobierno o del partido en momentos en que la religión estaba
vedada, fuera también heroína en esta película.
Y lo es. Ya como directora y guionista de cine su obra es irrebatible,
independiente de que soporta una falta de promoción injustificable, no vista en
otros de su mismo gremio y debo preguntarme, acaso tendrá que ver el rasero con
que se mide la obra de una mujer, que para más decir es negra? Me disculpan si
me equivoco, pero quienes la conocen saben que Gloria Rolando a dedicado la
mayor parte de su vida, casi toda su existencia, a estudiar e investigar para
luego proyectar y trabajar contra viento y marea, huracanes y silencios, con una
seriedad y un rigor impresionantes, disgregada solo por la atención a su
familia, y ese vínculo de sangre que la llevó a esta conversación con su abuela,
siempre ha tenido un anhelo, sacar de la sombras la historia de los individuos
que no han tenido el derecho a contar su historia.
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