Elsie Carbó
"Cuando no se sabe dónde se va, conviene darse la vuelta y mirar de dónde se viene", ha dicho el ministro de Cultura venezolano Héctor Soto en la ceremonia de entrega del premio de novela Romulo Gallegos a William Ospina, otro colombiano que al igual que Gabriel García Márquez, Manuel Mejía y Fernando Vallejo se gana el concurso literario anual que se entrega en honor a aquel otro escritor, quien además fuera presidente de Venezuela.
El país de la canela, que presupone una historia de la conquista continental a través del narrador en una situación personal y abordando la tragedia en el sentido que siempre hemos conocido, aniquilamiento de comunidades autóctonas, desarraigo, violación, despojo y torpeza cultural.
He leído algo de la obra gracias a que me bajé en pdf un capítulo que me permitió imaginarme por donde andaba el autor y soñar con que algún día el libro caiga en mis manos, tal y como lo han hecho otros en su momento, que han llegado en las maletas de viajeros allende los mares, amigos solidarios y socios circunstanciales, porque también sería una quimera pensar que los pueda adquirir en librerías nacionales sin tropezar con no sé qué mecanismo malsano que hasta ahora me ha impedido comprar algunos premiados anteriores, como el del peruano Mario Vargas Llosa, el español Javier Marías, el chileno Roberto Bolaños y la mexicana Elena Poniatowska, que lo ganó en el 2007.
Ospina es un escritor, poeta y ensayista colombiano muy reconocido en el post-boom de la literatura latinoamericana de las décadas de 1960 y 1970, con más de una docena de títulos publicados. Y según algunos críticos, su andadura literaria lo ha convertido en un digno sucesor de su amigo El Gabo.
Decir las cosas, hay muchas maneras, y ahí está precisamente el enganche o la quinta esencia de esta novela que me ha hecho pensar si como dice Ospina “todos somos mestizos”, y recreo una frase suya cuando recibió la medalla y los 100 000 euros con que fue dotado el premio desde 1964. "Me basta viajar a una comunidad indígena para darme cuenta de que no soy un nativo, pero igualmente me basta con ir a Europa para saber que no soy un europeo. También habló del honor que representa recibir el Rómulo Gallegos.
¿Pero quién fue este hombre? Creo que por la década de los sesenta leí a Doña Bárbara, (1929) novela que recuerdo más por la trama repetida en la pantalla y el elenco escogido para el suceso, que por los intrínsecos valores literarios que narran una verdadera epopeya en el escenario de la llanura venezolana.
Entonces recurro a otras fuentes para presentárselos, pues de él se habla poco. Escribió y publicó una considerable obra literaria. Con La doncella y el último patriota (1957), obtendría el premio Nacional de Literatura. Entre las actividades políticas veo que estuvo exilado en Cuba y en México. Fue nombrado presidente de Venezuela (1947), y derrocado al año siguiente. Demócrata y hombre de convicciones morales, solo regresó a su país después de liberado éste de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958. Muere en 1969.
Entonces ¿Me inclino a verlo como un político latinoamericano que escribía, o también como un narrador de historias latinoamericanas que no apoyó las dictaduras en su país?. Quizás para escritores como William Ospina la pregunta bien valga una novela más adelante.
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