El gimnasio del 19 de abril tiene las mejores condiciones pero muchos de sus equipos principales están rotos. |
Por Elsie Carbó
Fisioterapia y rehabilitación, son dos palabras con las que está muy familiarizada la población, sobre todo la gente menos joven del país. Dos palabras que
van juntas casi siempre, eso se puede ver en los gimnasios que el Ministerio de
Salud Pública instala en áreas especiales de policlínicas u hospitales, para
quienes lo necesiten bajo prescripción médica.
El gimnasio del 19 de abril, en la Avenida Tulipán
puede servir como ejemplo. Dotado de un espacio adecuado, amplio y ventilado,
dispondría de varios apoyos y servicios para distintas afecciones, que van
desde la rehabilitación general hasta el registro de malestares específicos,
bien por stress, demasiado peso corporal o achaques por edad.
Leonides llegó por un accidente cardiovascular, Queta por
problemas reumatológicos, Martha para controlar el peso y la hipertensión,
Luisa asiste para reponer las fuerzas de sus músculos atrofiados, Paco para
recibir en la rodilla rayos ultravioletas, Ernestico, con sus ocho años, acude por una incorrección de sus piernas.
La edad de los asistentes varía desde un año hasta después
de los 80, como Anabel, a quien ví llegar en una silla de ruedas debido a una
fractura de cadera y hoy, después de tres meses de fisioterapia con el profesor
Manuel Argüelles ya camina sola sin miedo a caerse.
El cuidado y atención de estos pacientes está a cargo de un
team de especialistas y fisioterapeutas que se encargan de aquellos pacientes
que requieren una aplicación personificada, esmero y profesionalismo hay cada
uno de ellos cotidianamente desde las ocho de la mañana, que es la hora en que
llegan los primeros pacientes, hasta caer el sol, sin embargo, no todo anda a
las mil maravillas en cuanto a los soportes vitales y aparatos destinados a los
ejercicios, lo que me parece una triste paradoja.
Muchos no están funcionando o están fuera de servicio debido
a desperfectos técnicos, pero si preguntas nadie sabe las razones por las que
los expertos o el personal capacitado no vienen a arreglarlos, si como dicen
algunos, es cuestión del bloqueo y todo estará justificado, aunque el caso se
resolvería con un simple tornillo. Así las cosas, la estera en el 19 de abril,
o las bicicletas y la estera en el de Plaza, tardarían años en solucionarse,
tampoco queda fuera de esta pandemia mecánica el policlínico insignia del
Vedado, Asclepios, al que asistí en una época y noté que había varios módulos
en paro.
Todo aquel que hace ejercicios en este país sabe que de un
tiempo a esta parte la actividad física bajo techo se ha convertido también en
algo rentable, por doquier aparecen gimnasios particulares, provistos de
modernos y dinámicos equipos, con profesores calificados, nombres rimbombantes y una cuota mensual en
ceucé a la que solo llega una pequeña parte de la población, nunca pensar en
los de a pie, como es natural, entonces, si contar con un local donde
ejercitarnos con todos los hierros y gratis no es algo meramente simbólico, por
qué la falta de interés en arreglarlos?
Nadie podría decir que están clausurados, pero qué sentido
tiene que algo exista si no se puede usar?, y ahora esto me recuerda la
conexión a Internet, no está cerrada, pero difícilmente puedes navegar. Hace
poco un médico amigo me comentaba que en su consulta se muere de calor porque
el técnico dice que su ventilador no tiene arreglo, pero este galeno en solo
una hora lo echó a andar con un
simple destornillador. Y este paralelo no es un simbolismo.
Señores, hacer ejercicio es vital para la salud y quienes
asistimos a estos gimnasio en la comunidad lo agradecemos y lo apreciamos de
corazón, creo que muy pocos países cuentan con tales patrocinios gratuitos para
los ciudadanos aquejados de diferentes dolencias, y, lo digo con conocimiento
de causa, pues tengo amistades en otros países que me hablan de lo caro que
cuesta, no digamos un tratamiento de fisioterapia, sino un simple masaje, razón
por la que muchos extranjeros vienen a Cuba a tratarse.
Tendremos que esperar a que sea una película como Conducta la
que exponga la realidad por la que
atraviesan estos gimnasios?, (imaginemos aquellos que no están en la capital). O
es que para que los responsables se den cuenta del fenómeno, se mueva el piso y
sea el plato fuerte en noticieros, programas, comentarios, entrevistas y
opiniones del momento en la prensa escrita y radial, habrá que hacer otro filme para despertar conciencias?
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