Tomada de Cubadebate, creación de los CDR en 1960, antiguo Palacio Presidencial. Foto: Liborio Nodal |
Elsie Carbó
grillosazules@gmail.com
He perdido
la cuenta de los años que llevo asistiendo a las reuniones del comité, como
también he perdido la cuenta de los tantos comités en los que he militado. Empezando
por el de la fundación original allá en Cumanayagua, en 1960, donde me estrené
como adolescente bajo la mirada abarcadora de mi padre, elegido como presidente
del Eladio Machín, del Escambray en el llano, y si no es que me mudo de
nuevo, terminando en el número 8 de la
circunscripción 47, en Nuevo Vedado. De allá acá ha llovido mucho y son bastante
las anécdotas, los olvidos de los nombres, las guardias, los acontecimientos
agradables y los aburrimientos, pero ninguna reunión me ha dejado tan
sorprendida y a la vez agradecida, como la de anoche en mi cuadra, ese comité
donde espero quedarme anclada para siempre, y dicho así suena como una
amenaza, pero no, solo es un neologismo para adornar la página. Me refiero al
CDR de la calle 3ra, donde se tomó la decisión por unanimidad de no hacer la
tradicional actividad conmemorativa del 28 de septiembre, o sea, no habrá ese
día fiesta, no se cocinará la caldosa familiar ni se picará el key, al
menos por esta vez, así quedó acordado. Se dejará entonces, a disposición de
quien los solicite, los usuales ingredientes que se entregan en bonos para compras
de cabezas de puerco, patas o costillas, dulces, refrescos y rones, y tal vez
en festejos futuros, digamos el fin de año, haya un mejor espíritu en el
barrio, y no como ahora que la pena ante la pérdida de algunos compañeros
queridos en el barrio y los innegables achaques de los fundadores ha impedido
que el buen el ánimo de los vecinos vuelva a tener la misma intensidad que en
otros años.
Es que este
es un cederre que ya sobrepasó los sesenta años hace rato, y los que no tienen
una enfermedad crónica o están cuidando a los que sufren dolencias de cuidado,
como es el cáncer, la diabetes o los traumas por roturas de cadera o piernas, o
padecen el lógico cansancio de la edad. Parafraseando a Neruda digo que
nosotros, los de entonces, que solíamos ir con energía y entusiasmo a comprar
las viandas y las cabezas de puercos para hacer en medio de la calle una
caldosa, ya no somos los mismos, quizás conspiró en que tampoco la
juventud ha estado presente en esta ocasión en que se necesita una sangre
fresca para renovar las ausencias, por ejemplo, la doctora de la cuadra
está en Angola cumpliendo una misión solidaria, algunos tienen turnos de
trabajo y otros han migrado del país en busca de otros horizontes, es así de
sencillo y claro, como lo planteó Sonia, la sempiterna presidenta, que ha
elevado al comité a la categoría de mejor y más destacado en el trabajo de la
circunscripción, y eso utilizando siempre su mejor arma ante cualquier tarea,
como esa noche ante la concurrencia, con la sinceridad como testigo, por eso me
resultó admirable esta mujer, que sin dogmas ni prejuicio llamó al pan pan y al
vino vino, tal como lo hace cuando va a hacer entrega de una medalla o cuando
muestra ante la masa a los nuevos miembros que se han mudado recientemente, como
esa noche en que se presentó a Liuba María Hevia, sin su guitarra en la mano
pero con su sonrisa natural, al igual que ayer fue Rogelio Blaín, o después, yo,
que también hicimos nuestro rutilante arribo al barrio.
Quizás el
hecho no signifique nada para algunos que han visto pasar por debajo de la mesa
más de un aniversario en silencio y sin que sonara alguna nota musical en el
entorno, es cierto, no vamos a ir muy lejos, pues sabemos que hay comités que
ni se reúnen, y tampoco para nadie es un secreto que nuestra población envejece
y junto a ella la salud y las costumbres se
modifican, algo que entra en la categoría de la dialéctica del vivir, sin
embargo hay cosas que permanecen siempre inmutables y forman parte de ese
acerbo cultural intrínseco en las personas decentes, que algunos se empeñan en
llamar política y a mí me gusta decir ética, me refiero a ese respeto hacia los
vecinos tan necesario en estos tiempos, mostrado por Sonia al llamarlos a todos
para juntos aunar opiniones y llegar a un acuerdo viable, y fue unánime, la
misma en voz de la ama de casa que la del funcionario del INDER, habrá más
aniversarios, hay un futuro para otras celebraciones, y para este con tan solo
una cena íntima, una bandera en cada casa, o una remembranza vivida, se le habrá dado el justo espacio que lleva implícita en nuestra memoria los grandes momentos de nuestra generación.
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