Esa "cosa" es lo que hace cantar al tomeguín del pinar

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Como otro miércoles cualquiera


La foto no tiene nada que ver con el texto que tiene relación con las elecciones de hoy miércoles en los Estados Unidos. Preferí una con mis amigas a cualquier otra del Trump o la Clinton, no le parece bien?

Elsie Carbó
Después de conocer los resultados de la votación en Estados Unidos me dije, voy a dar un recorrido a ver cómo están los comentarios por las calles cercanas a donde vivo, y efectivamente, como me lo suponía, no encontré algo parecido a un debate subido de tono como ocurre cuando pierde Industriales o la cebolla sube a 30 pesos la balanza, la vida continuaba igual a otros miércoles cualquiera, largas colas frente a los kioskos que antes solo vendían en cuc esperando por las salchichas y los muslos de pollo, otras en el  agromercado para comprar frutas o viandas,  jubilados arrastrando sus carritos y un tránsito diabólico en la Avenida de Boyeros, ese es el paisaje de mañana en esta parte de la capital, y es que a los cubanos, acostumbrados como estamos desde hace tantas décadas  a los vaivenes de las políticas, no nos asombra ya casi nada, ni tampoco nos asusta, que si vienes a ver, quizás lo que más le interesa en última instancia a esas personas que observé en las calles, y que salen cada día a resolver como se pueda la comida para su casa, es que haya dinero, no para ser ricos ni cosa por el estilo pero sí para sobrevivir al día a día que nos convoca la dinámica de estos tiempos, nada nos altera el rumbo porque haya un nuevo presidente en la Casablanca, aunque sea esta vez un Trump. Uno u otro no importa mucho para nuestra canasta familiar. Lo noté en la mirada de la anciana que vende el paquetico de café, los spaguetis o la leche en polvo normada en la libreta de abastecimiento, también en el manicero de la esquina que se levanta de madrugada a preparar el cucurucho tostado, todos me dieron la impresión de estar inmutables, ajenos a lo que acontece en el mundo, sin wifi o internet, lo que me hace pensar que gozan de una insondable felicidad, aunque haya algunos  que apostaron por la Clinton por aquello del rol de género del que tanto se habla en la tv, solo porque de haber sido ella hubiera roto la supremacía machista en el país de las libertades, según lo definen los medios, y de cierta forma hasta se podría sentir agrado de que hubiera sido una mujer elegida para el cargo, solo por joder, como dijera pepito, porque nada iría a cambiar el panorama local, al menos en esta centuria, llámese Hilary, Donald o Margarita, pero algo les voy a decir, y sí, es verdad, está claro que soy de las que piensan que eso influyó en esa elección, aunque ni lo mencionan los estudiosos y menos la prensa, inexplicable, pero es como llevar una remota penitencia que nadie sabe explicar pero a las mujeres siempre le ha ido más difícil cualquier desafío frente a los hombres, sin especificar, aún si discuten la custodia del hijo cuando en realidad el padre no sepa ni dónde se pone el pañal,  o en la carrera por la gobernación de un espacio, a no ser el circunscrito al hogareño, lo mismo en el plano laboral que el de la propia existencia como ser humano, donde todo cuesta el doble o el triple de esfuerzo, con ligeras excepciones, claro está, pero de lo que nadie podría dudar es que nunca estaremos a la altura del hombre porque ellos nos aventajan en siglos de hegemonía planetaria, si hasta el decoro se ha medido por ese trozo de continente que comienza en la cintura y termina en la rodilla, sino vea lo que ocurre en el barrio cuando el marido es infiel y la culpa recae sobre la mujer, que no supo hacer bien la tarea en el sofá, slogan o mito, pero lo hemos arrastrado por los siglos de los siglos, y ni la misma Clinton escapó de tener un currículo de mala hoja* en la cama.

*Mala hoja: Dícese de la persona insensible, desacoplada, poco comunicativa, fría y problemática en  momentos claves de la vida, según el vocabulario de la calle.

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