Esa "cosa" es lo que hace cantar al tomeguín del pinar

sábado, 5 de agosto de 2017

Pasteles, y no son verdes




Elsie Carbó

Hoy comí unos excelentes pasteles, y no eran de la panadería del estado. Me gustaría poder decir que los pasteles que vende el estado en la panadería de Panorama y Lombillo son iguales o mejores que los que oferta el cuentapropista  en su carretilla, a quien le compré unos pastelitos riquísimos, que se deshacen en la boca, son suaves y tienen suficiente dulce de guayaba como para que te comas una docena, pues valen solo un peso en moneda nacional, pero no puedo decirlo.

Y  es que la calidad de un producto es la que lleva al consumidor a preferirla. Sin embargo, ahí es dónde está el meollo de la cuestión, porque a dureza y resistencia no hay pastel que le gane al de Lombillo y Panorama, además de la ausencia de la guayaba, me pregunto: Es que acaso los ingredientes no son los mismos? Cómo puede un pastel perder su textura y razón de ser en manos de los expertos dulceros, que hasta han sido seleccionados trabajadores vanguardia en su unidad? No digo que ese centro de elaboración no cumpla con sus normas o mal utilice los productos que tiene para trabajar, pero de que no le salen como es debido los pasteles es una gran verdad que solo la pueden desmentir ellos mismos mejorando la oferta.   

Y precisamente en estos momentos en que se está remodelando o sistematizando el asunto de las licencias a los cuentapropistas, según se dice para acabar con las ilegalidades y otras yerbas malas que se propagan,  yo me digo, si también esos acomodos llegaran al sector estatal para mejorar la calidad de lo que nos venden sería una maravilla, porque a pesar de que ya nos hemos acostumbrado a la chapucería y a la mala presentación de los productos, cuando nos encontramos con un buen pastel todavía sabemos inmediatamente dónde está la diferencia.

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