Elsie Carbó
No tengo ningún interés en que me declaren francotiradora ni
cosa por el estilo, pero cuando de abusos y sinvergüencerías se trata ahí
estaré yo blandiendo la tecla para defender a los consumidores que en estos
días de lluvia se han llegado a la tienda TRD
de Tulipán y Boyero, donde el respeto y el buen trato brilla por su
ausencia, por no calificarlo de una manera más dura.
Sucede que en este establecimiento, recientemente remozado,
y por supuesto con mejor aspecto y artículos de primera, hoy martes 29 de mayo
a las dos de la tarde, bajo un tenaz aguacero, cerraron sus puertas dejando al
público aglomerado afuera, bajo sombrillas o a la intemperie, en virtud de que
a esa hora estaban recibiendo o contabilizando mercancía, y el despacho podría
tomar a lo mejor hasta una hora ya que solo había una persona, al menos así lo
dijo de una de las trabajadoras, que sin ocultar su incomodidad, salió a aclarar
las cosas cuando pedimos explicaciones por lo que estaba ocurriendo.
No hay que ser muy hábil para darse cuenta del malestar y
las contrariedades que un hecho de esta magnitud causa en personas que salen de sus casas bajo una amenaza de
tormenta y mal tiempo para hacer las compras necesarias para el hogar, lo mismo
la madre que va en busca de compotas o jugo para su bebé, que el jubilado que
quiere comprar salchichas o pollo para la comida de la familia, todos por igual
se fueron disgustados y frustrados del local donde en un horario poco usual
alguien decidió cerrar las puertas para un supuesto trasiego de mercancías.
Pero si fuera un hecho aislado el problema del cierre de
esta TRD dejando a los consumidores bajo la lluvia, una podría concederle el
derecho de la duda, y hasta razonar en el momento, sin embargo, no es la
primera vez que me enfrento a conductas inexplicables en este establecimiento,
que de hecho tengo sobradas quejas de la población de la zona, acerca de un sistema implantado que no permite al cliente pasar
al interior del local para seleccionar
los artículos que va a adquirir en la tienda, y como se comenta que es para
evitar de esa forma robos subrepticios… Yo me he decidido a opinar, entonces, me
pregunto, de qué sirven los vistosos anaqueles llenos de variados productos,
las llamativas vitrinas que exhiben infinidad de chucherías para los niños,
como chocolatinas, caramelos, y demás? Paneles enteros cargados de dulces en
almíbares, cafés, aceites o latas de una variedad impensada por los que hemos
vivido otros períodos de austeridad? Qué ley me puede impedir que yo acceda a
una tienda y revise lo que están ofertando pues voy con mi dinero a comprar?
Quién se erige en juez para sospechar que yo soy una presunta cleptómana y por
lo tanto no me deja pasar? Esa es la idea al bloquear la entrada a la tienda e
impedirle al cliente el placer de ir hasta el anaquel del fondo y tomar el
paquete de coditos que va a llevar?
Recuerdo que en las primeras semanas de reinaugurada la TRD
existían guardabolsos en los que los consumidores depositaban sus
carteras y jabas al llegar, pero de un tiempo a esta parte esos escaparates han
sido colocados de espaldas al público en señal de que han quedado sin uso,
mientras, se bloquea con vidrieras la entrada principal para, como ya dije
antes, impedir los robos y las fechorías de la población. Como si no supiéramos
en realidad dónde están los verdaderos sinvergüenzas.
Pienso que urge tomar en cuenta las quejas y el malestar de
la población, las que saltan a simple vista con solo tomarse un minuto e
investigar lo que sucede a nuestro alrededor, pero eso si en realidad queremos
darle protección al consumidor. Creo que
los que experimentamos esta maldita impresión de sentirnos sospechosos de algún
presunto delito cuando nos impiden la entrada a una tienda nos merecemos la
explicación, porque como si fuera poco, lo peor es que no solo ocurre en este
establecimiento, si fuera así podríamos decir que un solo grano no hace la
diferencia, pero lamentablemente existen suficientes tiendas en mi propio país en
las cuales no encontramos el respeto que merece el consumidor.
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