Por Elsie Carbó
Todavía los patitos no han cogido la fila.
Lo siento por aquellos que esperan mis descargas.
Esa "cosa" es lo que hace cantar al tomeguín del pinar
sábado, 13 de agosto de 2016
En el sillón del olvido
Por Elsie Carbó
Voy a sentarme a esperar que mis patitos cojan la fila para que mis neuronas al fin se enfoquen y pueda escribir un bendito post
Voy a sentarme a esperar que mis patitos cojan la fila para que mis neuronas al fin se enfoquen y pueda escribir un bendito post
martes, 14 de junio de 2016
De la croqueta al picadillo de soya

Elsie Carbó
No soy muy buena cocinera ni cosa por el estilo, pero presumo
al decir que he logrado jambergues apetitosos con el picadillo de soya
aderezándolo con hojas de albahaca y tallos de apio triturados. En eso estaba
hoy, preparando algo para el almuerzo cuando me tropecé con una entidad un poco
rara en el contexto, independientemente de su olor característico, como ustedes
habrán notado aunque no le demos importancia, pero ahora esto se trataba de
otra estructura, que no era ni hueso, ni cartílago, ni plástico, ni masa. Tampoco
pude deducir si se trataba de algo frecuente como una pezuña, o un casco, deseché
también que guardase relación con vísceras palpables o cuero encurtido, más bien
el ente subrepticio era totalmente inédito, inexplorado, ignoto. Pero como soy
bastante dada a las verificaciones en busca de las respuestas precisas, lo puse
ante el hocico de mi perra Lucky, devoradora insaciable, quien lo olfateo dos,
tres veces y se retiró angustiada, luego llamé a Angelina, me dije, una stekel
(salchicha) no va a despreciar este bocado, pero tampoco le hizo swing,
aturdida ante la sorpresa fui presa de la duda de si tirarlo a la basura o engavetarlo,
por la inevitable imagen de una legendaria croqueta que aun guardo entre mis remotos recuerdos. La
croqueta que el viejo Francisco Cano inmortalizó en Juventud Rebelde durante la
década de los 70, salvando la distancia, y que sirvió de ejemplo para develar otros
inusitados fenómenos de la materia, afirmando con ello que el tiempo ni la transforma,
ni la destruye, solo la momifica.
La verdad que esa historia suscitó hasta reyertas sobre las
leyes de la física cuántica en la redacción del diario. Y para algunos solo se
trataba de un viejo resentido y pecaminoso. Cuando eso estábamos en Prado, trabajando
en el inmueble que fue el diario de La Marina, con todo lo que estuvo dentro,
incluido algunos personajes como el viejo Cano, quien fuera titulista del
extinto matutino, él junto a otros profesionales se habían quedado en la redacción
para brindar sus conocimientos a la pléyade de jóvenes que veníamos de provincia para aprender las nuevas
formas periodísticas, demás está decir que al viejo se le respetaba pero se le
temía por sus irascibles acotaciones y sus cáusticas bromas, como esa de
guardar en una gaveta durante años una croqueta y mostrársela a todos los
visitantes, como un trofeo de la consistencia que puede lograrse utilizando
ingredientes inusuales en la alimentación nacional. Me pregunto entonces, este cuerpo incógnito
que encontré en el picadillo de soya podría tener, de cierta manera, alguna
relación con aquella croqueta momificada?
sábado, 28 de mayo de 2016
Contar la historia
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Al centro Gloria con parte del elenco en el estreno del filme |
Por Elsie Carbó
Foto: Bienvenido García
Foto: Bienvenido García
Diálogo con mi abuela, es el título del documental
recientemente estrenado en la cinemateca del Chaplin de la cineasta cubana
Gloria Rolando. Una cinta que deberían disfrutar no solo los amantes del
séptimo arte o los amigos que asistieron a su debut, sino toda aquella
población que sabe de lo que se habla en ese trabajo, por haberlo sufrido en
carne propia y por tener además, referentes muy cercanos en la familia. Pero
los recursos, dígase equipos, cámaras… con que fue filmado, según me comentó la
propia autora no permitirían siquiera que se proyectara en otra sala que no
tuviera las condiciones idóneas para su puesta, o sea, que mucho menos sería
pensar en la televisión. Quizás solo después de que sea sometida a diversos ajustes
o cambios en ese mundo de la tecnología más moderna tuviésemos el privilegio de
verla en nuestras casas, o se distribuya en la exigua red de otros cines, que para
el caso se sabe que no contamos con muchos, o incursionara en otras latitudes,
que por sus particularidades humanas y éticas se mereciera, ya que el tema
sobrepasa el ámbito nacional.
Viendo el documental me llegaron muchos recuerdos. Santa
Clara es uno de ellos, ciudad donde se realizó esta obra, porque fue parte de
mis años como estudiante, pero quizás nunca caí en cuenta, a no ser por la mordiente
manera en que Gloria lo plantea, que aquella época era, aún en los finales de
los 60, una saga de manifestaciones racistas, que se presentaban como hábitos de
herencia en sitios como el Parque Vidal, y que está muy bien argumentado en el
filme: blancos alrededor de la glorieta y negros afuera, sin que mediara una
orden precisa o un mandato supremo, solo cuestión de remota rutina, aprendido
de los ancestros, como sucede en casi todo lo que tiene que ver con lo que ha
sido una práctica o un pensamiento enraizado durante siglos.
Observar las fotografías y los testimonios que con inteligencia
conforman el soporte en el documental te dan una idea del grado de discriminación
y su evolución en esa región del país, y no sería absurdo afirmar que no solo
fue en la ciudad de Marta Abreu, sino que se extendía a otras zonas de esa
parte central de Cuba, al menos en mi pueblo Cumanayagua, doy fe de que no está
fuera de esos arquetipos, ahí los negros paseaban separados, fiestaban
separados, bailaban separados, cada grupo tenía su plaza para ir a celebrar las
fechas destacadas, Unión Fraternal para los de color, el Liceo o el Casino para
blancos, aunque en ambos amenizaran las mismas y las mejores orquestas del
país, Chapotin, Sensación, Riverside, Estrellas de Chocolate, muchas más que
ahora olvido. Está implícito en el documental, aunque su objetivo es el
homenaje familiar, todo ese lastre de siglos, con aquel dolor, su
inconsecuencia y la crueldad emergiendo como una verdad irrefragable mediante la
íntima conversación entre la nieta y su abuela, ellas dos son una historia de
vida que se ha arrinconado entre las seducciones de la modernidad, nunca
imaginé que mi amiga Gloria, humilde y tímida, aquella asistente en el
Mensajero de los Dioses, un documental que levantó muchas polémicas por haberse
filmado en la casa de un reconocido babalao en Cayo Hueso, a la cual asistían
no pocas figuras del gobierno o del partido en momentos en que la religión estaba
vedada, fuera también heroína en esta película.
Y lo es. Ya como directora y guionista de cine su obra es irrebatible,
independiente de que soporta una falta de promoción injustificable, no vista en
otros de su mismo gremio y debo preguntarme, acaso tendrá que ver el rasero con
que se mide la obra de una mujer, que para más decir es negra? Me disculpan si
me equivoco, pero quienes la conocen saben que Gloria Rolando a dedicado la
mayor parte de su vida, casi toda su existencia, a estudiar e investigar para
luego proyectar y trabajar contra viento y marea, huracanes y silencios, con una
seriedad y un rigor impresionantes, disgregada solo por la atención a su
familia, y ese vínculo de sangre que la llevó a esta conversación con su abuela,
siempre ha tenido un anhelo, sacar de la sombras la historia de los individuos
que no han tenido el derecho a contar su historia.
viernes, 13 de mayo de 2016
La Bandera !Oh, la bandera!
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Con permiso de Raquel Pérez utilizo una imagen suya, por suerte diría, es el testimonio gráfico de lo ocurrido |
Por Elsie Carbó
Siempre me ha parecido una gran tontería o farsa cotejada esos recibimientos desbordados de tragos, baile y música que se les brindan a los turistas al llegar a los aeropuertos, como que al parecer se necesitara ofrecer una pauta de las bonanzas o deleites que les esperan al adentrarse en lo profundo. No tengo muchos argumentos que dilapidar en contra de tales homenajes, sabido es y dicho sea de paso, que se practican en infinidad de países cuya fuente de riqueza se deben al turismo, y según tengo entendido, desde tiempos inmemoriales, o mejor dicho, desde que el turismo implica una poderosa entrada de dineros nada despreciable para la industria sin humo, pero es solo que en mi percepción tengo algunas discrepancias estéticas al presumir que la intensión se queda muchas veces por debajo de la puerta hacia la escena, o sea, mi predisposición se basa en disquisiciones personales que van desde los temas musicales seleccionados, que no sean siempre tan recurrentes, la falta de rigor en los vestuarios o el nulo rigor en los ensayos, que como se sabe, no son cuestiones de principios llegado el caso, pues la mayor parte de las veces pasan inadvertidos para noruegos o canadienses.
He dicho todo lo anterior, regodeando una idea que no es
invención mía, pero que en otro momento no me hubiera atrevido a publicar por
considerarla anodina y sin sentido, a pesar de que muchas veces me ha tocado la
incomodidad de verme sorprendida por un repiquetear de maracas en mi oído y una
Mamá Inés cantada a contrapelo sin aún sacudirme el polvo del viaje. Se trata
de una foto y un comentario que he visto publicados cuando el recibimiento al
crucero Adonia hecho por un grupo de muchachas vestidas de rumberas con la
bandera cubana.
Yo soy una mujer a la que no le gustan los extremos, ni
hacer juicios a priori o eliminar a alguien por no estar de acuerdo conmigo, ya
se trate del tema que sea, que para eso se han inventado las palabras y el
saber usarlas siempre ha sido un plato fuerte en nuestro universo, ahora con lo
que no puedo estar de acuerdo ni por una centésima de segundo es con la idea de
salir a la calle moviendo caderas envuelta en la misma bandera de los versos de
Byrne que hemos llevado infinitesimalmente a las tribunas. Me niego
rotundamente a aceptarlo, me niego como mujer, como periodista y como cubana, con todos mis años
de bregar en esta vida, no puedo entender a quién o
quiénes se les ocurrió esa nefasta idea, no puedo tampoco entender que quienes
cosieron esos vuelos, esas trusas, esos ajustadores no percibieran la
transgresión a que era sometida la bandera, ese símbolo tan nuestro y respetado, no puedo menos que indignarme
cuando veo el testimonio gráfico que por suerte tomó Raquel Pérez, publicada a tenor del excelente comentario
de la Pogolotti y reproducido en Cartas de Cuba. Me pregunto, cómo fue posible
que en nombre de la cultura o de abrirse al mundo, porque ese es el slogan, se cometan esas barbaridades? Cuál es el mensaje?
En el concierto de los Rolling Stone vi muchas banderas cubanas desplegadas o por encima de los hombros de muchos jóvenes, como esta foto que tomé y les estoy mostrando, pero la esencia era diferente, aquellos que decidieron llevarlas, independientemente de su noción de patria o país,sabían que sería el más auténtico homenaje a sus ídolos musicales. Pero esto de utilizar la bandera como vestuario ha roto todos los récord de banalidad, entendidos como normales o aceptables, al menos para mí, si alguien de los participantes en ese recibimiento tuvo la oportunidad de pesenciar este hecho podrá tener una idea más completa, pues además escucharía la música con la que bailaron las muchachas, que no me imagino fuera el himno nacional, desde luego, la recuerdan? Por favor, ustedes también pueden opinar...
martes, 3 de mayo de 2016
De CUBAMODA a Chanel
Por Elsie Carbó
Que nadie piense que en Cuba no hubo grandes fashion show de
la moda en pasarelas espectaculares, o modelos profesionales disputados por las casas de moda publicitadas en el mundo. Lo que
digo no es fantasía de mi mente ni tema para desmeritar el gran desfile de la
firma Chanel en el Prado capitalino,
solo que ahora las cosas no han cambiado tanto y lo que fuera el coto cerrado
del grupo Contex es hoy el de este
famoso sello parisino. Solo para invitados o prensa especializada, porque el
gran público no asiste.
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Karl Lagerfeld, llegó a la isla el pasado 28 de abril, acompañado de sus modelos |
Les comento esto porque me parece que la gran mayoría de la
juventud ignora que en la década de los 80 tienen lugar en la capital cubana
una serie de eventos y desfiles conocidos por Cubamoda, acontecimientos que permitían presentar en los
jardines de La Maison , actual Casa de la Moda Cubana, las creaciones de muchos
diseñadores del país, uno de ellos, quizás el más representativo, Ismael de
León, la certificación de la Casa, la cual atrajo a Cuba por primera vez
importantes firmas y representaciones de la moda mundial, con todo lo que la rodeaba
no solo en prendas de vestir, sino en accesorios y otros rublos, porque hasta el
propio Paco Rabanne trajo con él su perfumería, Mirurgya de España también.
Fueron años de cierto auge para una élite, una especie de despertar y dejar al
margen géneros sin altos vuelos, al menos para una parte de la población, pues la
mayoría ni se enteraría o seguiría los bocetos de las tropitrapos sin remedio. Y al frente de ese grupo una mujer conocida
como Cachita Abrahantes, que ella forma parte de aquella historia, además.

Por las pasarelas de La Maison desfilaron las modelos más
exclusivas de la Casa, muchos de ellos tuvieron su momento de gloria como Rolando MacKarty a quien le tocaba cerrar los desfiles ya con una buena parte de los invitados aplaudiendo de pie, por lo general exhibirían las distinguidas prendas de Nina Ricci,
Ives San Lorent, o de famosas Casas brasileñas, o las de México cuya dueña era
Enma Castro Ruz. Pero de entre todos aquellos jóvenes arrogantes, blancas o negras, entrenados o anoréxicas había
una que atraía a camarógrafos y periodistas, cuya sola salida al escenario lograba
rotundos aplausos: Alina Fernández Revuelta. No pocos hicieron un largo viaje
solo para verla, como tal vez ocurrirá nuevamente, ahora en la pasarela del
Prado cuando desfile por primera vez Tony Castro Jr. representando a Chanel.
Esa década fue también la del auge de la Industria Ligera
que producía en sus talleres de confecciones textiles hasta las trusas Vanesas
que luego hacían época en aquellos desfiles, de lo que ocurrió para que
decayese no puedo dar detalles, ni tengo idea, al igual ocurrió con la Casa
Quitrín, fundada en 1986 para confeccionar y vender prendas artesanales de la
más fina tradición cubana, las alforzas, los bordados, su punto más interesante
era el rescate de tradiciones en el vestir como las guayaberas en una ascensión
más moderna, también esta Casa ubicada en el casco histórico fue afamada por su
buen gusto y la legitimidad de sus prendas. Alguien muy ligada a esa
administración dijo que ya no cumple esa importante función como lo hacía antes
del período especial, y quizás por ahí anda un poco la respuesta a la pregunta
que muchos nos hacemos.
Pero con Cubamoda entonces o Chanel ahora no hay que indignarse
por su condición clasicista o preferencial, lo esencial es que marcan una
diferencia y le reconocen a este país su magia seductora, de la cual todos
formamos parte en este ajiaco amasado por la población, ah… que si lo pasan por
la televisión sería lo ideal? De eso esperamos todavía por el de los Rolling
Stone, sin olvidar que ya estamos insertados en ese mundillo comercial, cuya
puesta en marcha no es solo un patrimonio del poder sobre los medios, hoy se
juegan otras cartas que tienen que ver con los negocios, los derechos de
autores, empresas o dueños que traigan la novedad.
Quizás cuando menos lo esperemos nos anuncian algún pase televisivo
de los fastuosos desfiles de los modelos de Karl Lagerfeld…
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