Esa "cosa" es lo que hace cantar al tomeguín del pinar

jueves, 23 de mayo de 2013

Gloria Rolando en la Casa de las Américas, la historia bien contada

Qué el hijo de José Martí fuera uno de los oficiales que masacrara la rebelión del Partido los Independientes de color en 1912 fue algo revelador para muchos de los que asistimos anoche a la puesta del documental histórico de Gloria Rolando en la Casa de las Américas.

Tristemente noi fue la única historia bien contada que nos reveló facetas ocultas u olvidadas de nuestra historia,  pero no hay otro modo de decir las cosas si se quiere trasmitir la verdad a esta y a las futuras generaciones, al menos ese es el criterio de la realizadora Gloria Rolando. La tercera parte de este documental contiene entrevistas a descendientes de aquellos hombres que murieron luchando
por lograr la eliminación de la discriminación de los blancos contra los negros y mestizos, también están las opiniones de los historiadores y de muchas personas que validan con sus vivencias y recuerdos los relatos. 

Los líderes de ese movimiento fueron nombrados en cantos solemnes y condecorados al rango de Héroes de la Patria, Evaristo Estenoz y Pedro Ivonet al frente, porque qué otra condición podría dárseles después de tanto silencio en su memoria?, ese fue el sentir de todos los que asistieron y admiraron la valentía y belleza de la obra presentada por esta mujer, quien ha debido de sufrir contratiempos y dificultades de todo tipo para consumarla, porque fueron años de investigación y trabajo en los que ella nunca flaqueó, para darnos al fin la verdadera historia de estos hechos, que no siempre son bien mirados desde alguna orilla.

A partir de ahora no habrá que ir mucho a los libros de textos donde solo se explica que


" La Masacre de los Independientes de Color, conocida también como Levantamiento Armado de los Independientes de Color fue un alzamiento armado que tuvo lugar en tierras de Cuba en la fecha de 1912, y llevado a cabo por los miembros de ese Partido y fuertemente reprimido por aquel ejército nacional, quien asesino, en menos de dos meses, a más de tres mil negros y mestizos".

Bastaría con una mirada a este documental para comprender la magnitud de los sentimientos de aquellos hombres y las ideas oscuras que aún se mueven en torno al racismo.

jueves, 2 de mayo de 2013

Por los Festejos del 3 de Mayo en Cumanayagua


Por Elsie Carbó

Y estarían recorriendo las calles principales con la misma bulla que un débil carnaval, Y se detendrán en cada kiosco o recodo a mirar con deleite los mismos dulces de almíbar que antaño pregonara Cao*, y bailarían con el rock y las rancheras como si fuera un danzón estremecido entre los álamos de la Calle Real. Y saldría la procesión de la Santa Cruz majestuosa por las baldosas de turno para enrumbar hacia la misma calle que iluminó otras tardes de velas y recordatorios.

Solo un tres de mayo en Cumanayagua puede hacer desaparecer antagonismos y diferencias al calor de homenajes y agasajos, y ahí estará el sobreviviente Reinaldo Barbel Ramos, tabaquero, veterano de pasadas guerras y promociones, contando sus anécdotas de series nacionales o de la fundación del poder popular o la hidroeléctrica Hanabanilla. Son como las perlas del mismo collar que un día como hoy, a la sazón de la jornada cultural del municipio, salen a brillar.

Y estará la primera banda de conciertos recién inaugurada en el pueblo interpretando el himno nacional en manos de muchachos y muchachas oriundos de la zona, entre música y canto y entre salmos y rezos, la iglesia saca sus iconos para la fecha, y el partido engalana las tribunas, en un as de naipe secreto que saca lo mejor de cada cual para emperifollar el espíritu del cumanayagüense presente y ausente. Lástima que a la revista Entre Ríos se le acabó el programa, porque movía los manantiales entre las dos montañas calmando la sed de no pocos sedientos.

No la he visto en muchos largos meses que siguieron, y creo que no la veré más, ojala su directiva encuentre otra mejor ocasión. Las nostalgias que engalanan una fecha no pasan de largo ni por gusto, son imperecederas como la naturaleza, y ahí estarán sobrevolando sus recuerdos las oriundas familias de antaño en sus ventanas de cedros, entre portales y columnas refrescadas del sol, que quizás contemplan el espectáculo con miradas sosegadas, hoy pasaron los zanqueros, mañana la comparsa de guaracheros del Guamahaya, sin olvidar que una vez fueron las alumnas del colegio María Inmaculada con su banda sonora quienes atravesaron una vez la calle principal con sus acordes de música. No hay otra explicación mejor, la espiral de la vida es eso, seguir el camino sin mirar atrás.

* Cao, personaje muy querido en el pueblo que en las décadas 50-60 vendía coquitos almibarados y sonaba una campanilla. Por lo que sé aún vive, también le brindo este homenaje.

viernes, 1 de marzo de 2013

Los boleristas proscriptos tienen una segunda oportunidad


Ñico Membiela era del pueblo de Zulueta, en Las Villas, tocaba varios instrumentos musicales además de tener lo que se llamaba un agradable registro de voz.
Por Elsie Carbó

Desde el primer momento quise escribir algo pero no sabía por dónde empezar, ahora lo tengo claro, entre otras cosas porque el programa al que me voy a referir me hizo recordar aquellos espacios radiales de intangibles boleros que mis padres escuchaban todas las noches y de los cuales yo quedé irremediablemente atrapada desde mi primera adolescencia.

El cantante era aquel señor hermoso en mi imaginación con voz rasa y complaciente que me decía Sin ti, no podré vivir jamas, en un secreteo poético que me dejaba sin respiración. El sin saberlo fue la incitación irremediable que me llevó a leer libros que por entonces escondía bajo mi almohada. Ni Ñico Membiela, ni José Angel Buesa,  Carilda Oliver, Amado Nervo o Hilarión Cabrisas eran bien vistos en mi colegio de monjas, pero lo que es increíble es que tampoco lo fueron muchos años después cuando me dio por vestir el traje de miliciana. Así tuve que renunciar otra vez y casi sin saberlo, a las interpretaciones de aquel bolerista seudo republicano que, junto a Orlando Vallejo, Vicentino Valdés, Panchito Riset,  Domingo Lugo y otros más, hoy salen invictos de sus féretros para volver a cantar en un programa dominical llamado Un bolero para Ignacio.

De morriñas y memorias se llena mi sala mientras veo la emisión televisiva, porque durante muchos años sentí que había que proteger bajo once candados esas emociones melódico-romanticoides-literarias porque la era estaba pariendo otra cosa y no era factible que esos rezagos del pasado enturbiaran las claras aguas del amanecer, entonces bajo la carátula de César Vallejo colaba las estrofas de Pasarás por mi vida sin saber que pasaste, mientras tomaba helado al compás del grupo Moncada, pero sobre todo evitaba que en mi taller literario descubrieran que la portada de Al sur de mi garganta tenía una foto de una hermosa mujer  de pelo rubio y labios rojos que vestía un escandaloso vestido de leopardo.

Seré cursi y apopléjica si les digo que desde que comenzó el primer swing de Ignacio me quedé extasiada, y al margen de lo que puedan decir los críticos y critiquitos sobre escenografía, olvidos, maniqueísmo o digestión, me parece que es una propuesta correctora, ahora más cuando nos ha dado por corregir diversos errores por los que hemos transitado, lo comprobé cuando mi nieta de 20 años, que es fan de Adele y de Maná me dijo que andaba buscando esas canciones para ponerlas en su Smartphones.

Para mí que Rigoberto Ferrerira  pasa la evaluación. Fría se la toma cualquiera, no es una heroicidad, y este guión no es cómodo sobre todo cuando se da el bache y ni te puedes desalinear si la contraparte no ayuda, no obstante, ha rehuido lo trillado, porque hay talento e ingenio,  aunque estoy segura de que ni él mismo me podría responder a ciencia cierta quién fue el de la idea de quitarle el carné de identidad a todos estos estoicos boleristas que ahora, gracias a una bula papal se les está dando una segunda oportunidad.

jueves, 3 de enero de 2013

A los jóvenes no les gusta hacer cola, ¡qué extraño!


He notado que a los  jóvenes no les gusta hacer colas. ¡Y eso me inquieta! Si las colas forman parte del patrimonio intangible de la nación. No es verosímil nuestra cultura sin esos episodios homéricos que cada vez se vigorizan más y se transmutan con el tiempo, más de medio siglo lozanas y rocambolescas como el primer día dan fe de ello.

Porque ellos no saben que una cola es una forma auténtica de establecer relaciones sociales entre los individuos sin intermediarios, algo poco usual en la actualidad. ¡Qué Utopía en el Nacional, ni Diablo Tún Tún en Casa de la Música! No hay confluencia más aglutinadora para catalizar emociones que una buena fila frente a una oficina o dependencia pública, ya sea para pagar el teléfono, cambiar divisas, cobrar jubilaciones, esperar un P cualquiera o rellenar el celular.

La que tengo aquí es digna de figurar en algún libro récord o ponerla en un Memorial. Etecsa, en Carlos III, bien temprano en la mañana. No desperdicies esta forma de ponerte al día en las noticias, sobretodo las que no toma en cuenta  la prensa cubana.. Apuñalamientos, anuncios sobre visas, robos con fuerza, gases tóxicos, violaciones… Estas a punto de enterarte quién sacó el terminal 88 en la bolita de San Miguel del Padrón.

Entonces pediste el último. _Señores, si hay que actualizar el contrato telefónico por qué no emplean más personal para encausar rápidamente el gentío que se forma? Error. Mejor ni lo digas. Te miran como si vinieras de afuera. Esta es una población con profusión de ancianos, o por lo general entre los 60, sillas de ruedas incluidas. Los jóvenes no, ya lo dije, no quieren hacer cola.

De todas forma me pregunto por qué un administrador, director o gerente no podría habilitar más ventanillas o buroes y poner más empleados para agilizar la cola?.

Maquiavelo era un bebe de maruga. El diseño que hemos construido hace medio siglo nos pasa la cuenta con el cartel de lo prohibido. Aquí casi todo está prohibido para la  población, y un día hasta los santos de palos se van a cansar, imagínate un embudo que en el pico tiene las puertas, nunca se abren de par en par. En los inmuebles públicos existe un portero que manda a pasar la cola de uno en uno de acuerdo a su intuición.

 pero donde mejor se ve este embudo es en el transporte público, decenas de personas queriendo entrar por una rendija que el benévolo chofer abrió para que subieran, la otra hoja queda clausurada por orden de la administración. Igual ocurre para bajar.

Cuando se inauguró el hospital Ameijeiras tenía puertas de cristales por cada costado de la instalación, pero solo una abría al público, el resto fueron condenadas por orden de la dirección. Aquel diseño original fue mutilado en su nacimiento, y al igual que en los ómnibus, la gente entraría como en zafarrancho de guerra atómica a la hora de visita, aplastando, exprimiendo y empujando.

Es una guerra bien planificada, nadie lo haría mejor, pero no se crean, solo es para medir el máximo punto de resistencia a que puede someterse un ciudadano sin necesidad de ser llevado a psiquiatría. Salud Pública lo debe contabilizar en sus estadísticas.

En una de esas largas y desovarionadoras colas a veces una suele decir malas palabras, perdón, lo que me lleva a pensar que después de todo es una suerte que exista en nuestro país aquella otra prohibición por la que no te dejan portar armas, sobre todo cuando veo que a nuestra juventud no le gusta ni un poquito hacer colas ni tan siquiera para ir a escuchar reguetón.


domingo, 30 de diciembre de 2012

Yo vengo a ofrecer mi corazón, también en el 2013

Mi hijo Fernando debe haber hecho algún chiste
Escucho a Fito Paez y vuelo, no son muchas las cosas que diga, no me divierte estar sentada pensando lo que voy a escribir, es más bien oficio y bobería, pero me hago como que sé de todo y hablo con Fernan de cambiar esta nuestra casa, como dice el Fito, después de un buen almuerzo sin camarones ni calamares. La cuestión no es ser o estar, sino mantenerse despierto y contento, sin necesidad de ron o cerveza, aunque no venga mal cualquiera de las dos, según mi coterráneo Omar Rivero quien después de más de dos décadas sin saber de su vida hoy se bajó con una llamada por teléfono para insistir que el año que viene debemos hacer algo por vernos, si, claro, todavía aquí usamos eso, porque hasta su casa no ha llegado facebook.

Amigos pero en realidad todo esto es para inventarles una forma más bonita de desearles un feliz fin de 2012 y un próspero año nuevo. Cursi pero se lo ofrezco de corazón.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Transgresoras, profanadoras, vanguardistas



Desde el 2000, al menos, hay mujeres Iyaonifa en Cuba. Un tema que puso en pie de guerra al Templo Ifá Iranlówo, de Los Sitios, y la Sociedad Cultural Yoruba, de La Habana Vieja.
La noticia circuló en su momento de boca en boca en las calles habaneras y en las Casas de Santo. Ya la cosa cambió un poco, pero aún hay quienes refunfuñan, al igual como ocurre si de los derechos de las mujeres o de machismos se habla, porque tanto en la sociedad en su conjunto, o en las parcelas ocupadas por religiones, la mujer siempre ha sido preterida, minimizada y maltratada, en muchos casos; por eso es de enconada la lucha, se hacen congresos, reuniones, conciertos y leyes, el mundo va cambiando, gracias a la vida.
Este trabajo pudiera servir como reverencia para esa parte de la humanidad que le dice no al maltrato y a la violencia contra la mujer.

Foto: Franklin Reyes
Por Elsie Carbó

Nidia Águila de León es una mujer cubana que fue consagrada como sacerdotisa de Ifá en la religión Yoruba, o sea, Iyaonifa, que es como homologarlas al mismo rango de aquellos hombres que han recibido la investidura de babalawos o sacerdotes, un hecho que ha puesto sobre el tapete la remota polémica sobre si las mujeres pueden o no aspirar a esta condición, sin ser repudiadas y hasta señaladas como profanadoras de los mandamientos de esa religión.

Pero ¿quién puede ser esta mujer que supuestamente ha roto un dogma fundamental de la Regla cubana de Ocha, sin importarle el correspondiente castigo físico y espiritual que advierte el Consejo de Sacerdotes Mayores de Ifá?, ¿Por qué llegó hasta esta consagración y cómo se desenvuelve en su entorno familiar, social y devoto? Eso es, en definitiva, por humano y legítimo, lo más importante dentro del conflicto, sobre todo hoy en día cuando se desarrolla la batalla por la plena independencia y los derechos de la mujer.

Quizás Nidia Águila de León nunca imaginó la repercusión que su audacia suscitaría en muchas juntas de babalawos, y en líderes religiosos que no solo se circunscriben a Cuba, según dan fe ciertos documentos, tal y como le ocurriría en el pasado, a una Flora Tristán y otras tantas mujeres, que a lo largo de estos siglos se han erigido en luchadoras por la igualdad de la mujer, pero eso no importa tanto, lo fundamental es que Nidia está convencida de que con su acto no ofende a nadie, y continuará fiel a aquellas remotas tradiciones que los seguidores de los lukumises trajeron a esta parte del mundo, a pesar de los inconvenientes y reprobaciones que encarará por ser transgresora en una época liderada por hombres.

Sin intención de hablar de las razones que puedan tener las partes en pugna en sus alegatos y demandas, me inclino a pensar que eso de excluir a las mujeres fue a posteriori si vamos a lo que hay de proverbios y apostrofes en poemas como el Odú de Ifá, Otura-Iroso donde vemos que dice …Él fue avisado que las puertas de la casa de Orúnmila están abiertas para sus hijos e hijas y ninguno está impedido de cruzar el umbral…).

Nidia es una de tantas que ha izado la bandera, pero solo pretendo mostrar la esencia para que el lector tenga referencia de un tema que, como tantos, ya ha tomado las calles con algazara de noticia sin que se publique en la prensa oficial, y puede que ella ahora esté sentada en algún concilio secreto oficiando en la tirada de la Letra del Año que se nos viene encima para el 2013, porque nadie le impedirá ser protagonista de un hecho audaz y vanguardista, aún ante la mirada aturdida de los que han aprobado durante siglos al hombre como líder absoluto para oficiar.

LOS SITIOS

Nidia vive en la ciudad que Alejo Carpentier llamó de las columnas, pero que también puede ser denominada de las celosías, los portales, el saludo, el desgaste y la reparación, la familiaridad, la tristeza y la sombra, también el olor característico de los solares… En Los Sitios están casi todos los grandes monumentos y los vendedores de fritas, los comercios, los cuentapropistas y los conventos y las iglesias. Esa irrefragable vida humana.

Caminar por Los Sitios es andar por calles estrechas y desembocar en amplias plazas de arquitectura colonial e histórica, que alberga a más de un millar de edificios que se remontan al siglo XVI, pero para llegar al hogar de Nidia hay que olvidarse un poco de estas imágenes de la literatura y adentrarse en un antiguo inmueble, remontar escalones y recovecos hasta dar con la pequeña estancia interior, que muy poco concuerda con la visión romántica del escritor del siglo.

Mujer blanca, hermosa aún en su joven madurez, sin afeites ni lujos, no parece tener arrepentimientos o temores, a pesar de la carga emocional que implica tener a una parte de la comunidad creyente opinando que es una herejía su sacramento, y otra que lo considera como un acto consecuente y merecido.
Lo primero que me llamó la atención en Nidia fue su rostro sereno y paciente. El tono de su voz encuentra el punto exacto para hacerse escuchar, aunque en ella prima mucho más la timidez que alguna huella de protagonismo egocéntrico o provocador.

Es de breves respuestas y ademanes finos, no interfiere cuando otros me cuentan acerca de las vicisitudes y gozos enfrentados en la crianza de sus cuatro hijos, sin embargo toma la iniciativa para recordar que a los 18 años comenzó a tener conocimientos sobre la santería, a pesar de que sus padres no profesaban ninguna religión.

_Fue por mi esposo que abracé la fe, él sí venía de una familia creyente. Afirma.

Nidia es habanera, de pura cepa, como se dice popularmente, por eso no me costó mucho esfuerzo encontrar en los alrededores a personas que la conocieran desde su juventud. Amigos y amigas, vecinos cercanos, creyentes y ateos, que ven en ella a una mujer con un gran sentido de la solidaridad, al no negarle un favor a nadie, y mucho menos cuando sabe que alguien está necesitado o enfermo. Esa frase de buena gente, con que diferenciamos en buen cubano a ciertas personas que nos rodean, le viene como anillo al dedo.

_Hace trece años que me hice Yemayá. Dice Nidia, a quien la rodean dos de los cuatro hijos de su matrimonio, y ya de hecho estoy ante dos babalawos que viven bajo un mismo techo, Víctor Betancourt y ella, unidos no solo por las cosas cotidianas del amor, sino también por el trabajo religioso, situación que implica una modificación del pensamiento, porque lo que se consideraba imposible hasta hace poco, hoy, se ha revelado como un irreversible acontecimiento, aduciendo que este paso sitúa a Víctor en una posición insólita, al trabajar con una Iyaonifa en su propia casa.

¿Estamos tal vez en presencia de una revolución religiosa en el conglomerado de los yorubas?

Pregunto, y Víctor afirma que sí, que el hecho es trascendental e histórico, y me explica que con toda confianza delega en su esposa muchas funciones propias de su rango cuando él no puede estar presente.
Claro que después de Nidia han habido muchas cubanas y de otras latitudes que han recibido la consagración, en esto pudieran haber estadísticas.

¿Entraña esta derivación de funciones algún inconveniente entre la masa de creyentes?

_Quizás ahí se localicen algunos de los problemas que enfrenta una sacerdotisa de Ifá a la hora de trabajar, según me explica el propio Víctor, quien ejerce desde hace más de 20 años en ese culto, pues no hay una costumbre en la población practicante de ser consultada por una mujer y esto, desde luego, conduce a un distanciamiento, que en muchos casos puede ser temporal, si una vez que sean atendidos por ella salen satisfechos. Afirma.

_Son prejuicios que no vienen en la mayoría de las veces de los hombres, sino de las propias mujeres, que no aceptan ser registradas por otra mujer, porque hay un recelo al no existir antecedentes, refiere Nidia, y relata anécdotas recientes de personas que han llegado hasta ella por curiosidad, y que luego, espontáneamente, han hecho una buena labor de divulgación de su trabajo ante el resto de la población practicante que la mira desconfiada.

Recuerdo que el Consejo de sacerdotes de Ifá de la Sociedad Cultural Yoruba consideró a propósito de la iniciación de Iyaonifa en Matanzas, que las mujeres no deben ser engañadas haciéndoles creer que las han iniciado en los secretos profundos de Ifá, porque “el protagonismo en Ifá no está concedido a las mujeres”. Y fustigan a quienes violan estos mandamientos y lo mercantilizan.

Víctor me remite a una respuesta suya, posterior a ese artículo, donde expresa que existen muchos espacios vacíos dentro del sistema ritual en cuanto a conceptos y ceremonias, y postula, en otro párrafo, “que sus tendencias religiosas siguen las tradiciones de las regiones de Lagos, Ilé Ifé de Nigeria, y el sistema de trabajo de los descendientes de los lukumies del siglo pasado”. Agregando que en su templo “no han afectado ni económicamente, ni moralmente a nadie y mucho menos a los detractores, pues no ha existido ingerencia alguna en sus políticas religiosas”.

El factor económico siempre está presente en cada acto o ritual de la santería, aunque nunca se mencione, siendo para no pocos adeptos un incentivo apreciable el iniciarse en su membresía, por eso me es inevitable traerlo a colación ahora, bien porque es motivo de curiosidad en unos y objeto de señalamientos subversivos en otros,

¿Qué precio tiene que pagar una mujer por hacer Iyaonifa?

_Unos 7000 dólares pagó una venezolana que fue a Matanzas a recibir su consagración”. Afirma Víctor, pero eso está en dependencia también de otros factores, por ejemplo, hay personas que solo pueden ofrecer una merienda sencilla, porque no tienen más posibilidades, y todo se hace sin ningún problema, aunque sí hay que pagar las cosas que son obligatorias. Tampoco tiene que ser en moneda fuerte.

Pero ¿Cuál es el temor a que la mujer sea Iyaonifa?

_Existe temor en que haya un cambio socio religioso tradicional y se establezcan las normas docentes sobre un estudio metódico de Ifá, entonces la mayoría de los babalawos tendrían que buscarse su sustento en la agricultura, como sepultureros o cazadores de cocodrilos en la Ciénaga de Zapata, porque muchos están lucrando con las desgracias ajenas o engañando a una buena parte de los creyentes que acuden a ellos buscando apoyo. Dice Nidia.

Creo en que se puede luchar contra esas parcelas amuralladas y misteriosas donde se abroquelan clases, sectas o sociedades que esgrimen textos bíblicos, códigos secretos y sentencias orales milenarias, para impedir que la mujer logre una posición a la altura espiritual del hombre.

La diferencia radica en eso precisamente, en tener la sabiduría de buscar el momento y la energía para imponernos, algo que las mujeres hemos aprendido desde niñas como la tabla de sumar. Nidia sabe que aún como aquellas legendarias capitanas que encabezaron las guerras por los derechos y la igualdad de la mujer, a ella le esperan sorprendentes acontecimientos. Su cruzada contemporánea tal vez le exigirá grandes sacrificios en el futuro, pero puede sentirse satisfecha de que ya se hable con mayor flexibilidad sobre las mujeres sacerdotisas de Ifá en el mundo que le toca vivir.

Inexorablemente, nadie podrá detener el curso de la historia ni para ella, ni para las demás.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Telaraña Foto de Elier de Hombre
Con esta hermosa imagen de mi amigo médico Elier de Hombre que anda por este mundo repartiendo salud, vuelvo a publicar esta semblanza noctámbula y adolorida acerca de LOS HOMBRES DE MI GENERACION, y no lo hago porque me lo hayan pedido, sino porque sí.

Por Elsie Carbó

Los hombres de mi época, por más que algunas pretendan echarle,
a pesar de sus complicaciones, ¡que lindos son!.
Ellos sin proponérselo encarnan el símbolo de ese tiempo irrefragable
con el cual aún soñamos y que, a veces, nos saca del colapso sin revividor.
Con sus adorables barrigas cerveceras, sus elegantes calvas
y sus indoblegables estreñimientos son todavía aquellos flamantes maridos
que un día quisimos tener, aunque hayamos perdido la cuenta de sus divorcios y desvaríos
y hoy en día solo tengan ojos para las niñas de los PRE.
Pero son vitales, ¡qué caramba! para nuestros intactos recuerdos,
cuando se aparecen de madrugada a la puerta de la casa
con la desvergonzada sonrisa del melancólico Humprey Bogart
y esa cara de yo no fui que siempre nos hace invitarlos a entrar.
Y es que a los que amamos una vez de verdad no les permitimos envejecer,
y son sus arrugas como un ignoto paisaje de Manuel Oliva
y su incipiente sordera una simpática manera de gritarles comebolas
cuando vamos sentadas a su diestra en el timón.
Los hombres de mi época son como inocentes niños,
a los que siempre perdonamos por esa intrínseca y maternal condición de mujer,
sin importarnos mucho si nos dejaron por una más nueva,
o te la pasearon frente a tus narices como una carroza de carnaval.
Esos hombres maravillosos en su tercera adultez,
que una vez fueron escritores sensuales, atractivos rebeldes,
seductores agentes secretos, brillantes economistas, victoriosos dirigentes
o subyugadores amantes de las FAR o el MININT todavía nos hacen suspirar.
Y es que poseen ese software de punta, añejo y conectable,
capaz de activarnos el disco duro de nuestras inconfesables memorias,
cuando nos tararean al oído un bolero de Panchito Riset o nos cantan ruborosos aquel Only you.
Ellos que gozaron como nadie aquella década maravillosa
de Globos Rojos y Nino Bravo, de Zafiros y Aznavour,
que coquetearon secretamente con Marilín Monroe, y Brigette Bardot,
que fumaron Luky Strake y bebieron Bacardí.
Ellos tampoco pueden olvidar.
Aunque los ataque el alzheimar y lo disponga el Partido,
porque somos de esa misma estirpe de imbéciles que, finalmente,
nos hemos pasado la vida entera buscando esa inefable nube rosada.
Con los ojos cerrados y sin saber que hay otra forma más sensata de poder amar.